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Clausura de 'El rey de Icod' y 'Ukiyo-e'

Dos de las exposiciones temporales que alberga TEA se clausuran esta semana: 'Arnold Haukeland. El rey de Icod' y 'Ukiyo-e: entre geishas y samuráis', que se pueden visitar hasta el domingo 31 de agosto.

'El rey de Icod' está dedicada al escultor noruego Arnold Haukeland, que vivió en Icod de los Vinos entre 1968 y 1975. En esos años, él y su mujer Randi reconstruyeron una vieja finca que aún se conserva, la Casa Randi, rediseñada por el arquitecto noruego Geir Grung para que sirviera de casa y estudio del artista. Durante su estancia en la isla el escultor ideó algunas de sus obras más destacadas, que luego se realizaron e instalaron en espacios públicos de Noruega, y sus años tinerfeños tuvieron en general un gran impacto en su trabajo.

Junto a las obras de Haukeland, para mostrar cómo el impacto de su estancia en Tenerife en los años setenta sigue estando presente en el arte noruego actual, se exhiben obras de cuatro artistas inscritos en la estela de Haukeland e influidos por su trabajo: Marius Engh, Matias Faldbakken, Ida Ekblad y Sverre Wyller.

 

'Ukiyo-e: entre geishas y samuráis' es una muestra de treinta grabados japoneses de los siglos XVIII y XIX procedentes de la colección privada de Daniel Montesdeoca García-Sáenz, que se completa con una selección de fotografía japonesa contemporánea de la colección del TEA.

La exposición revela, a modo de muestra, la esencia del Ukiyo-e (pinturas del mundo flotante o estampa japonesa), a través de las obras de Yoshitora Mousai, Tōshūsai Sharaku, Toyohara Kunichika, Utagawa Kunisada / Toyokuni III, Youshuu Chikanobu, Kunimasa III - Toyokuni IV, Utagawa Yoshikazu, Utagawa Kuniyoshi, Eisen Keisai y Totoya Hokkei. En los grabados se pueden observar la delicada mesura de la ceremonia del té, la vida cortesana o el dramático semblante de los señores de la guerra.

La exposición, dotada de una estructura didáctica que pretende acercar la cultura japonesa al espectador, se completa con una mirada contemporánea a la figura humana a través de la obra de los fotógrafos japoneses Tomio Seike (1943), Daido Moriyama (1938) y Nobuyoshi Araki (1940).