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mi vida como un zombi doble M

Ambiente de buen humor en el estreno de 'Mi vida como un zombi'

Los egipcios que construyeron las pirámides, los sirvientes domésticos de los romanos, los campesinos del medievo, los motines de guerra vikingos, los africanos llevados al Nuevo Mundo hispanizado, los recolectores de algodón del Sur de Norteamérica y la mano de obra de las revoluciones industriales, son algunas de las cosas en las que pensaba cuando cruzaba la línea imaginaria entre la estatua de Ángel Guimerá y la de 'Per Adriano'. Sugestionado por lo que creía que me iba encontrar en la comedia me asaltaba la siguiente cuestión: ¿La esclavitud realmente ha sido abolida o tan solo disfrazada?

El 24 de febrero a las 20:30 se estrenó la obra de Zebensuí Felipe: 'Mi vida como un zombi'. Una radiografía o retrato satírico del mundo empresarial actual, dirigida por Nacho Almenar, con un reparto compuesto por el propio Zebensuí Felipe, Adrián González, Vicente Ayala y Carlos Brito, que consiguieron llenar de carcajadas el patio de butacas del teatro. En la creación de esta embriagadora atmósfera cómica también participaron como responsables de iluminación y vídeo Grace Morales y Gabriel García, y José Barrera y Jonathan Guttmann como fotógrafo y diseñador gráfico, respectivamente.

Zebensuí Felipe es uno de los dramaturgos canarios referente en las próximas décadas

Fundador de la compañía Doble M, el autor, tras los éxitos de 'Un lío padre' y  'El inspector Sullivan', nos presenta su cuarta obra en la que conduce al espectador a centrar su risa en el mundo laboral. La nominación a autor revelación de los premios Max en 2016, el triunfo en el XVIII Certamen Nacional de Teatro Garnacha de Rioja y el accésit del Premio Internacional de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik por la obra 'Historia de un olvido', permiten ver en Zebensuí Felipe uno de los dramaturgos canarios referente en las próximas décadas.

'Mi vida como un zombi' nos muestra la historia de Tomás, un empleado que lleva unos cinco años trabajando para la misma empresa. Comparte oficina con Javier, amigo y supervisor, y Martín, un trepa recién llegado. Todos ellos están siempre bajo la juiciosa mirada del dueño del negocio: Don Alonso. Quemado por los fracasos personales, la corbata, la hiperbólica formalidad del lenguaje laboral y la impersonalidad del trato humano, Tomás decide convertirse en un zombi: alguien que ni siente, ni padece, ni mucho menos piensa, pero que sin duda es feliz. En ese punto de inflexión vital hallamos al personaje principal en un día totalmente atípico en la oficina. 

La representación está dispuesta en una escenografía realista, que sugiere la idea de rutina e impersonalidad del espacio con un fondo en forma de código de barras, conformado por paneles blancos sobre un fondo negro. El escenario recrea a la perfección una oficina y sus objetos cotidianos: mesas, archivador, ordenadores, lapiceros, teléfono, etc. Estos objetos son fundamentales en la obra, puesto que algunos de ellos son indispensables para el ejercicio cómico, por ejemplo: el teléfono para los momentos gilescos. El humor en la obra lo hallé en el dinamismo del texto complementado por lo gestual, los monólogos caóticos y la velocidad de locución de determinados segmentos del diálogo, sumado a recursos pantomímicos y de clown, generan el estallido de la risa. Esto no sería posible sin la excelente e hilarante interpretación de cada uno de los actores que le dan los matices necesarios para hacer respirar a  los personajes.

Quizás el mismo hecho de que las únicas mujeres de la obra fueran personajes in absentia ya es una representación crítica de la situación femenina en el mundo empresarial

A pesar de no haber resuelto la incógnita que me planteaba antes de entrar al teatro, a la mañana siguiente del estreno de 'Mi vida como un zombi', tenía agujetas en los doce músculos de la cara responsables de la risa. Me habría parecido muy interesante encontrar algún punto de fuga en cuanto al género, es decir, un personaje femenino en esa oficina que pudiese ofrecer al público una perspectiva más crítica de la realidad laboral, sin dejar de lado el humor del conjunto de la pieza. Quizás el mismo hecho de que las únicas mujeres de la obra fueran personajes in absentia ya es una representación crítica de la situación femenina en el mundo empresarial. En definitiva, esta obra es recomendable para todos aquellos que quieran una pequeña dosis de realidad laboral y grandes cantidades de risa.