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Los Toreros Muertos

Momentos incorrectos de Los Toreros Muertos

Hace un par de años Los Toreros Muertos editaban un álbum en vivo en el que repasaban su discografía tras 22 años de inactividad y que daba por confirmada una nueva reunión de la mítica banda. Próximos a editar un nuevo trabajo con versiones del desaparecido Javier Krahe, socio e íntimo amigo de Pablo Carbonell, el grupo regresa a los escenarios.

Este retorno plantea muchas inquietudes. Las canciones de este grupo nacido en los estertores de la movida madrileña y comandado por Carbonell, Moure y Piccolini nos hacen pensar en qué hizo de este antigrupo de rock una leyenda de la música cantada en español. Y por qué hoy en día, tras más de 30 años de éxitos, lo seguimos recordando con simpatía.

Aunque siempre hubo grupos que cantaban a la represión policial o a los tejemanejes del Estado, sí que es cierto que lo hacían desde la perspectiva del rock duro o del punk, con un limitado número de seguidores. La valentía de Los Toreros Muertos residía en hacer esta misma reflexión desde el pop comercial, llegando a millones de hogares, refugiados tras un sentido del humor tan honesto como infantil. De esta forma, temáticas como las diferencias entre clases, la homosexualidad, la religión, la política, los problemas sociales, entre una surrealista demostración de poesía contemporánea y en ocasiones muy transgresora, habitan camufladas en el universo de una banda inolvidable, fiel retrato, a modo de caricatura, de la sociedad de su época.

Aprovechamos la próxima visita de Los Toreros Muertos a Tenerife, este viernes 28 de julio en La Cascada para repasar unos pocos de los momentos políticamente incorrectos de este combo punk, tal y como llegó a definirlo el mismísimo Rubén Blades. Prepárense para un viaje por algunas de las ocurrencias más impactantes de su discografía.

'30 años de éxitos' (1985) El nombre ya lo dice todo. Un disco con canciones como la que da nombre al grupo, Los Toreros muertos, en la que se forma el corrillo para Manolete, “con una mano en el boquete”, o al Gallo de Triana entre otros diestros y donde “puedes reír, puedes saltar, puedes vomitar”. En Hoy es domingo retrataban de froma grotesca la cotidianidad de una familia de bien “La chacha se ha puesto el traje elegante”.

Bum Bum 1789, en la que Carbonell y los suyos proponían una toma de la Bastilla alternativa con alto contenido sexual “Queremos coger a la historia y tirárnosla por detrás”, “Traedme a la reina, traedme a las infantas esto es una fiesta y el público canta, por detrás, por detrás”.

Anticipándose a la Ley Corcuera se lamentaban en D.N.I, “creo que he perdido mi carnet de identidad”, “No sé si soy Julio Iglesias, si soy la puta de Nefertiti”. “Tendré que pagar 400 pesetas”… por entrar en el Museo del Prado. “Nada más que me queda la fotocopia”.

Yo no me llamo Javier, es el Billie Jean español, un canto a la huída de las responsabilidades socialmente establecidas. “Qué niño tan bonito. ¿Cómo? ¿Que es mío? Pero eso cómo va a ser, si yo soy impotente”, “Suéltame mujer”.

Mi agüita amarilla, que cuenta el ciclo del agua, o de la cerveza según se mire, en un divertidísimo y desagradable viaje desde la vejiga del bebedor hasta los estómagos de las vaquitas, los fregaderos de nuestras madres y que jugaba con los calamares y con las merluzas que tú te comes. Una locura de canción convertida en himno generacional.

Pese a la delicada temática y al multi estilismo de las canciones, el disco tuvo un gran éxito tanto en España como en Latinoamérica. Un eclecticismo que cultivarían sin prejuicios en el resto de su producción.

'Por Biafra' (1987) obtuvo el espaldarazo definitivo de la industria. Los Toreros Muertos habían pasado de ser una curiosidad musical con fecha de caducidad a sonar en radio fórmulas. Un disco que empieza muy fuerte con Mamá, “El otro día masturbándome en tu casa se me ocurrió una idea, a ver qué coño pasa”. No se cortaron un pelo y mordían, en este mismo tema, la mano que les daba de comer. “Montamos una banda de rock que es muy buena con muy guapos músicos, metí la mano en el bolsillo y saqué un hit parade”.

Seguían además cultivando su desfachatez con Pilar. “Pilar no tiene bicicleta, pero tiene un buen par de tetas, que nos las enseñe”, “Pilar busca tu cariño pero no se lo vas a dar porque tiene un niño, chincha rabiña”, y por supuesto con temas de sospechoso carácter solidario como En mi portal “Ya sé que una enfermedad matará a la humanidad, muchos niños mueren por entrar en la universidad. SIDA SIDA”, “Miles de negritos mueren de hambre, pero por favor no te mueras en mi portal”. Y rompían el encanto de la vida bucólica en Vámonos al campo. “Llama a tus amigas, habrá que arrancar ortigas, trae insecticida, habrá que matar hormigas, mira cuántas vacas, ya te has llenado de caca, no vuelvas a casa guarro, ten cuidado con el barro”.

Manolito, una reivindicación evidentemente homosexual en la que además se ponía de relieve una misoginia alimentada por la condición sexual reprimida. “A las chicas del lugar les da por venirnos a visitar, y nos entretienen y eso nos molesta, y nos meten la mano entre las piernas” y “Nos ponemos a jugar a las cartas y mi mujer se encierra en la cocina, y se está callada, y no lo estropea, y nos trae las cervezas, y nos limpia el cenicero…”

En 'Mundo Caracol' (1989), Los Toreros Muertos, daban carpetazo al humor ridículo y lo sustituían por la experimentación, zambulléndose en un surrealismo que a veces daba que pensar como en el caso de Zis Zas “El de la espada atraviesa el aire que cae muerto en mudos triángulos, vuelo de naipes”, y por supuesto con su epopeya anti urbanística, Las Piedras 1 y 2. Pero seguían guardando ese punto transgresor creando por ejemplo Así siempre igual, una pista de música de baile en la que de alguna forma se reían del acid house que comenzaba a despuntar por la época.

Pero también seguían guardando las formas con algunas pocas consignas como en Falangista, “soy falangista, me voy de excursión”, o en Mundo Mágico “Puedes hacer una canción con alcalde y gilipollas, por ejemplo, Alcalde gilipollas, Alcalde gilipollas”.

En 1992 y con una portada rojigualda, editaban 'Los Toreros Muertos Cantan en Español'. Un intento de volver a recuperar el pulso al pop, y a los temas de contenido pueril como es el caso de Tu madre tiene bigote, El último mono de la NASA, “el que quita toa la grasa”, o La academia de la nada “Nada es nuestra quimera, nada es nuestra bandera”.

Aunque sí que encontramos incorrecciones para con las fuerzas de seguridad del estado, la corrupción y la vida urbana de principios de los 90. En el tema punkarra Señor Municipal escuchamos “Haga uso de su autoridad con esa porra tan maciza y gorda”, “Me he tenido que comprar un vibrador porque no duermo hace semanas” o en José Madero “Al contrario que sus colegas, no se emborracha y casi nunca pega”, “Al cantar canciones de Alberto Cortez todas las putas se ponen a sus pies”, “Tiene camelados a los empresarios que le hacen regalos de su talonario”, “Tócamela de nuevo, tócamela, Madero”

O en el blues Una larga relación donde se retransmite a modo de comentarista deportivo un episodio de violencia sexual explícita. “Él le mete la pistola por detrás, entre las piernas, queridos aficionados, y la está levantando del suelo con un solo brazo, arriba y abajo, arriba y abajo, arriba y abajo, y el tambor de la pistola está girando aprisionando los labios mayores de Isabel, que se le está viniendo, señores…”.

En fin, que si pensaban que Los Toreros Muertos no tenían nada, o poco, que decir, se habrán dado cuenta de que sus discos ofrecen, incluso a día de hoy, inagotables momentos de ocio y de reflexión. Pero eso sí, tomándonoslo siempre con mucho sentido del humor y nunca demasiado en serio.