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El laboratorio sonoro como emblema

Ellos hacen lo que Álvaro Guibert vendría a llamar música concepto, esto es, aquella que no está creada para un oyente sino para un pensante. Un evidente intento de “obligar al personal a revisar sus ideas sobre la música, el arte o incluso la vida” sirve de excusa para crear 'wes'ek lat-wes' una inquietante obra cargada de tensión espacial, con un lenguaje potente, elegante y profundamente abstracto fruto de una investigación basada en el método de improvisación orientada. Este trabajo a cargo del ensamble owin'ek se presenta el sábado 28 de junio, a las 20:30 horas, en el auditorio de la Escuela Municipal de Música de Santa Cruz y es el resultado de una reunión extraordinaria de los músicos y creadores Rafael Pinillos (guitarra eléctrica y efectos electrónicos), Miguel Jaubert (violonchelo y efectos electrónicos) y David 'Perreko' (percusión y procesado electrónico).

Comprometido con las nuevas formas musicales, este primer proyecto discográfico del grupo abre una puerta a territorios antes desconocidos o poco explorados de la música, sin miedo ni prejuicios. “Hemos puesto límites a la intervención del azar a base de componer una obra que se titula 'wes'ek lat-wes'. Está construida en función de las posibilidades y las inquietudes de cada integrante. Podría decirse que intentamos dar un orden constructivo, evolutivo y orientado a nuestros lenguajes. Para tal fin diseñamos un esquema-partitura. No la interpretamos ni reproducimos, si no que la recreamos, es decir, partimos de patrones básicos e improvisamos el desarrollo”, comenta Rafael Pinillos a Lagenda.

Con la llegada de la música grabada, a finales del siglo XIX, se esperaba de cualquier grupo o artista que fuera capaz de cumplir con dos funciones: crear para hacer directos ya sea en sala de conciertos, locales o auditorios; y para reproducir una grabación. No es este el caso de owin'ek. Si bien el progreso de la tecnología de grabación ayuda a difundirla y universalizarla, la finalidad de este trabajo discográfico es “dejar constancia documental” del momento musical, “archivarlo”. Está claro que la rentabilidad comercial no ejerce un gran peso sobre 'wes'ek lat-wes', un trabajo de edición limitada con el que el ensamble ha “empaquetado” sus composiciones.“Sé de buenos trabajos musicales o de artes escénicas -sostiene Pinillos- que solo llegaron al reducido público que estuvo el día del concierto o la función, diluyéndose luego sin haberse desarrollado ni dejado alguna huella de su existencia”.

Aquel que espere encontrar en owin'ek algo parecido a la composición secular, que tenga claro que no está dirigida a tímpanos humanos, ya que su función principal es descomponer el espectro sonoro. “Hay cuestiones que pueden dificultar el acceso de algunas personas, como son la naturaleza de los sonidos, lo novedoso del lenguaje y, en definitiva, la forma abstracta de la propia música, que no se refiere códigos genéricos, como sí suele pasar en formas musicales que siguen patrones afianzados en la sociedad que los genera”.

Otra de las cuestiones a tener en cuenta es que la finalidad de este género es principalmente provocar reacciones sonoras, no es “una música aplicada”, dice Pinillos, y lo argumenta: “No está diseñada para salir de fiesta, ni para relajar, ni como ambientación, sino que solo tiene valor en sí misma y únicamente sirve para ser escuchada”.

¿Por qué una composición musical tiene que emerger de una emoción interior, de pasiones, melancolías o sentimientos? ¿Por qué hay que seguir la creencia común que defiende que la inspiración que nos llegan de las musas tiene que materializarse en algo para ser escuchado, leída o vista? El que “al escuchar música existan claves más o menos consensuadas que determinen el romanticismo, la tristeza, la alegría o lo que sea” no significa que cuando se acerque a propuestas de vanguardia como la electroacústica se encuentre con una obra fría, mecánica y falta de sensibilidad. Para Pinillos, “cuando propones una música que solo se refiere a sí misma y que depende de factores como la textura, la intensidad, la sutileza y, sobre todo, del espacio resultante de la convivencia de los anteriores elementos y de otros muchos, el cerebro parece carecer de protocolos de gestión, y esto puede generar alguna confusión, máxime cuando no se tiene costumbre de escuchar este tipo de música”.

Hace casi 30 años que la ciencia musical celebró en España la llegada del género al que owin'ek da vida. El avance de la tecnología ha empujado el desarrollo de los aparatos y los softwares usados para interpretar esta música, lo que ha simplificando la puesta en escena de este tipo de formaciones cuyo repertorio y acompañamiento cabe ahora en la memoria RAM de un ordenador de bolsillo. De hecho, los propios investigadores vaticinan ya que en pocos años se convertirá en indispensable la presencia en orquestas de músicos especializados en “informática musical, electrónica en vivo e ingeniería de sonido”. Y al revés, porque también “internet ha cambiado la forma de escuchar música” indica Pinillos. “Actualmente podemos acceder a una ingente cantidad de música, lo que nos permite saber de la existencia de artistas que difícilmente hubiéramos encontrado de otro modo”.

“Esta facilidad de acceso a muchos artistas y estilos da como resultado que la creación también se haya diversificado. El número de nuestros referentes crece exponencialmente y su música nos llega en el momento en que se publica, además, la tecnología actual facilita la grabación de discos, lo que hace que la influencia que estos ejercen se manifieste rápidamente en trabajos de otros artistas, -comenta Rafael Pinillos- pudiendo convertir a estos últimos, en algún caso, en nuevos referentes para otros artistas, y así sucesivamente. Creo que esto es bueno y que define el momento que vivimos”. Beethoven lo hubiera entendido.

 

Fotografías de Naira Expósito y David 'Perreko'.