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Y ardió El Tanque con la llama del Keroxen

Apoteósico final de esta edición del Keroxen con todo el mundo aporreando garrafas en una comunión mística que nos dejaba a todos bendecidos por la llama de este festival que ardió como nunca

  • El Tanque, 7 de diciembre de 2013
  • Crónica y fotos de José Carlos 'Charly' Pérez

Y llegó el día, por un lado esperado y por otro odiado, de la jornada de clausura de un Keroxen13. Regusto a queroseno y fuego en esta edición que desde luego no ha defraudado, mejor o peor que otras, pero que ha cumplido con creces las expectativas generadas, con la dificultad añadida de la autofinanciación del proyecto por parte de sus creadores gracias al crowdfunding y gracias también a la colaboración de músicos, grupos, personas individuales, colaboradores desinteresados y todos los que nos acercamos al Tanque a disfrutar con las propuestas que este año fueron muchas y de distintas índoles.

Pero es esta última jornada la que nos puso los pelos de punta, literalmente, con unas propuestas con mucho drumm-bass y mucho 'punch' en los subwoofers y que hicieron resonar El Tanque como nunca. Aunque empecemos por el principio, ya que fue una larga jornada que se inició ya desde las dos de la tarde para los más madrugadores, con propuestas alejadas de la esfera musical, como el Proyecto Pliegue, y con artistas como El Pilar Azul y Truna, que fueron caldeando el ambiente para que los más rezagados nos encontráramos ya inmersos en el ambiente keroxeniano nada más cruzar las puertas del Tanque.

Y sobre las nueve de la noche empezó el plato fuerte; para calentar motores y empezar a prender las mechas empapadas de queroseno entró al escenario un Javier Krawietz inconmensurable, creando nuevos ambientes y texturas que incitaban a empezar a moverse y bailar con su mezcla de rock y electrónica y su guitarra ardiendo con riffs y bucles mientras el humo nos sumergía en una atmósfera de intimidad que preludiaba el inicio del trance posterior.

Luego llegaron Pumuky que envolviéndonos con sus melodías dieron un poco de respiro al personal que ya necesitaba coger un poco de aliento para lo que se avecinaba. Porque tras el grupo apareció Mo Kolours con sus percusiones africanas y ritmos tribales, con loops, reloops y requeteloops y bases de soul y reggae que nos pusieron a todos a danzar llenando el escenario y rodeando al músico que dejó todo preparado para que los esperados The Bug & Flowdan comenzaran un espectáculo brutal de bass-music que, como bien dijeron en la web oficial del Keroxen, iba a poner a prueba la resistencia de nuestras cajas torácicas, pues ni siquiera las etapas de potencia pudieron resistir de inicio la pegada de su despliegue, 'saltando los plomos' en un par de ocasiones. A partir de ahí puro trance tribal y mesiánico hasta el apoteósico final de esta edición del Keroxen con todo el mundo aporreando garrafas en una comunión mística que nos dejaba a todos bendecidos por la llama de este festival que ardió como nunca y que deseamos lo siga haciendo con la misma intensidad y buen hacer el año próximo.