Socos Dúo edita nuevo trabajo discográfico, ‘Mantra'. César Martín a la marimba y Ciro Hernández al chelo se hacen acompañar por la deliciosa voz de Úyanga Bold, una pequeña diva de origen mongol con base en California que con su voz ha conquistado a medio planeta.
No es de extrañar que este trabajo haya salido tan redondo. Por un lado porque sólo contiene composiciones propias. Urdidos en las lides de repertorios clásicos y contemporáneos, la bien avenida pareja ha tenido el buen gusto de facturar un disco de contenido original y en cierta manera trascendental para su carrera. Por otro lado destaca la calidad con la que se han registrado estos temas, mérito de Kike Perdomo, que ha estado a los mandos en Tenerife y de Max Philipson en el estudio de Ùyanga Bold en Los Ángeles.
El disco no solo se escucha bien, se aprecian los matices, las texturas, olemos el humo del arco del chelo, sentimos la presión de las mazas sobre la madera y notamos la respiración de Ùyanga en la nuca. Pero es que además las composiciones son estupendas y los exquisitos arreglos están como para enmarcarlos.
Desde ‘Back to the land’ en la que se atreven a usar un tambor gomero y aires folclóricos canarios que la propia Úyanga complementa con esa versátil garganta de raíz. Este Mantra destila un minimalismo narcótico y valiente que usan sin pudor como recurso en otros temas de este disco como en la espectacular y cautivadora ’Chronesthesia’.
Un viaje de ambientes oníricos, a veces más ligeros como en ‘Guaperío’, pero también cinemáticos y explosivos como ocurre en el trepidante ‘Grow’ o en los inquietantes ‘Twin Blast’ y ‘Desperation Dream’.
En la obra que da nombre al disco, ‘Mantra’, Socos Dúo y Úyanga Bold invocan levemente a las músicas del mundo en una lisergia de movimientos sinuosos. Una elegante psicodelia contemporánea que se desborda en ‘Catharsis’, donde incluyen incluso cuencos tibetanos para ofrecer una dimensión de profundidad mucho más evidente. Esta sensación de inmersión sensorial está presente en todo el trabajo y les juro que la echarán en falta cuando acaba el disco.
Un trabajo de altura, que se puede escuchar en Agulo y en Ulan Bator, que puede gustar tanto a aficionados a la música contemporánea como a quienes gusten de músicas más convencionales, y que sin perder el camino de la investigación y la experimentación, ofrece nuevas perspectivas a un proyecto que tiene el empuje y el talento para jugar en las grandes ligas. Y ahí lo dejo.