Cosas buenas que suceden cuanto menos te lo esperas. La Asociación Réplica, formada por compañías de artes escénicas en Canarias entrega este domingo, en la Gala anual de los Premios del mismo nombre, el premio de honor al Teatro Victoria por su extensa y fructifera trayectoria desde su creación hace ya 16 años. Hablamos con su director y alma mater, Roberto Torres, del premio, de la danza contemporánea y las artes escénicas por estos lares.
LAGENDA.- En estos casos, lo suyo es dar la enhorabuena a los premiados... Este premio ha puesto al Teatro Victoria de rabiosa actualidad, como diría el tópico...
ROBERTO TORRES.- No lo había pensado en la vida, Premio de Honor al Teatro Victoria... Me ha servido para hacer balance, saber que ha sido valorada toda esta dedicación, con el añadido de darte cuenta de que es el gremio al que pertenecemos el que te reconoce. La verdad, una satisfacción en tiempos complicados que me ha incentivado a seguir, a seguir llenando un vacío que cubre este espacio, que a veces creo que tiene más reconocimiento fuera que en Canarias.
L.- Mucha gente ha pasado por este aquí en estos años...
RT.- Sí, también ha servido para darme cuenta de la cantidad de personas que han apoyado el proyecto en estos 16 años. Es un premio compartido y constata que el espacio está por encima de mi. Al principio había que darle vida, pero llega un momento en el que el propio lugar tiene memoria y ha sido respirado y vivido por mucha gente que siente el lugar como propio.
L.- A pesar del premio, como muy honrosa excepción, ¿no te parece que pasan los años y seguimos viendo la danza como la hermana pequeña de las artes escénicas?
RT.- Es posible, pero... la danza siempre ha sido minoritaria, es un arte más abstracto, el público tiene que trabajarlo, no hace risa ni provoca llanto con esa inmediatez… es más comprometida y políticamente incorrecta...
L.- Sin embargo, cómo ha crecido su presencia en propuestas artísticas y festivales de todo tipo, conectada con la performance y otras líneas expresivas más complejas...
RT.- Dentro de la red nacional de teatros alternativos, esta sala es de las cuatro con programación más específica de danza, todos los teatros están hablando del riesgo que está asumiendo la danza, la contemporaneidad de las propuestas, de que la regeneración y la innovación está en la danza. Sí creo que en términos generales el teatro se dado a un tratamiento más popular, más comercial… porque de fondo está la cuestión de que hay que agradar a un público, ser vendibles, tener trabajo… esto implica muchas veces no arriesgar… porque esto lleva un precio de no ser entendido ni atendido.
L.- Quizá es que los tiempos no acompañan
RT.- Entiendo que las compañías en una situación de crisis no arriesguen… Por otra parte creo que es un momento también para promover la reflexión, un momento de compromiso, que es lo propio del arte con relación al momento actual. Pero jugar tan fuerte asusta. El precio que hay que pagar por decir, por hablar claro, puede provocar un desencuentro con muchas entidades sociales.
L.- ¿y no fue con esa motivación con la que se creó el Teatro Victoria?
RT.- La motivación venía porque el colectivo de la danza aquí no era fuerte, era y sigue siendo más bien un grupo de personas. La danza contemporánea no era nada, algo empezaba en Barcelona, en Madrid... Yo viví muchos años fuera, y venía solamente en navidades, con ilusión por enseñar el trabajo que estaba haciendo. En esa situación, actuar en tu tierra tiene un sobre valor, le pones más cariño que si lo hicieras en la Ópera de París, es algo que te arraiga y te hace entender. Venir y bailar en tu raíz te da la visión de lo que has caminado y has aprendido.
L.- ¿Cómo ves la evolución del Teatro en estos años a este respecto? Tiempo en el que han conseguido crear un grupo humano y artístico muy de destacar...
RT.- Es verdad... Pero ahora estamos en un momento frágil... Hubo uno anterior muy bueno, donde salieron Élida, Teresa, Paula, Carmen, Laura, Virginia Sanz, Daniel, Carlota, Masu y no se cuántos más… hay nombres muy a tener en cuenta, muy buenos bailarines, con creaciones que si se hubiera dado en otro contexto y lugar habrían dado mucho que hablar. Y ahora mismo no veo eso detrás. La apuesta por la danza está fragil otra vez.. gente de 25 y hacia abajo ya se fueron. El joven que quiere dedicarse tiene que salir. Hace unos años no pasaba, podían desarrollar su trabajo en su tierra. Parece que se había conseguido que el bailarín podía estar dentro y fuera, y ahora está fuera su lugar de fortaleza. Si no hay una generación joven detrás se creará un vacío de nuevo.
L.- ¿Te parece que esta situación se da en otros ámbitos?
RT.- En todos. Por seguir con el teatro como decíamos, también pasa, veo poca joven compañía, joven emprendedor… están fuera. Entiendo que el joven tiene que pelearla. Pero el problema aquí son las pocas opciones de presentar su propuesta… si un ayuntamiento, por ejemplo, programa cuatro funciones al año, termina apostando por lo seguro, no mira a nuevos creadores. Si el mercado se reduce a las islas, poca gente apuesta por nuevos lenguajes. es un problema grave.
L.- Y sin embargo, encuentros como el Festival Canarios dentro y fuera, que se organiza desde el teatro todos los años por navidad, este año pasado en su décimo tercera edición, tiene más éxito que nunca.
RT.- Con eso es verdad que seguimos creciendo. Este año ha ido mejor que nunca con el público, nos damos cuenta de que hay una demanda… llevamos la creación a pie de calle, al sitio que no es de nadie… se puede bailar en los lugares y sobre todo te das cuenta de la pluralidad de propuestas, tantas cosas diferentes que te hacen cuestionar ¿qué es la danza? Me sigo sorprendiendo la cantidad de formas de expresar el mismo tema, y me alegro de la visibilidad que les da el festival a los creadores.
L.- Este año promete ser complicado con los vaivenes políticos electorales, siempre tan dañinos para la continuidad de proyectos culturales que seguramente merecen otra financiación y otra previsión de presupuestos a medio plazo...
RT.- Cada cambio político implica muchas veces el no reconocimiento de la labor buena que han ido dejando otros. Lo vivo como tragedia porque ha habido verdaderas tragedias en la gestión cultural, en Santa Cruz sin ir más lejos. Males insalvables, cargos políticos sin interés ni conocimiento. Que no habían ido al teatro nunca. Nada que ver con los responsables de estos últimos años, con los que sí hemos notado apoyo y cercanía. Hacerse cargo de un área es para una persona que sabe mucho del tema, y si no sabe tiene que ser humilde.
L.- ¿Qué podemos decir del público? Colectivo imprescindible en todo esto, siempre distante e ingrato...
RT.- Imagina que tienes el apoyo institucional, el potencial humano y creativo de los artistas, pero no tienes público… se te cae todo.El problema es el tipo de sociedad que se ha fortalecido, porque el criterio es puro marketing, bombardeo permanente de la venta, está más que estudiado... mira la televisión, la cantidad de audiencia que tiene y luego te enteras de que Telecinco es la cadena más vista….
L.- ¿Qué dudas te genera toda este cuestión a estas alturas y con tantos años de dedicación?
RT.- Sigo teniendo esa crisis de pensar si seré yo el que se equivoca, no llenar más veces una sala de 65 personas… contando en el cartel con premios nacionales, personalidades de la danza, creadores canarios buenísimos… No se, creo que hay una calidad en la propuesta y se respeta. Pero aterroriza que no haya público suficiente para esto y pensar que si no vendes tienes que desaparecer, que lo que haces no es bueno. Cuando muchas veces es lo contrario. Lo malo es lo que tiene público… veo a veces comedias que dan ganas de llorar comparado con otro tipo de humor posible, comprometido e inteligente.
L.- En cualquier caso, y con toda la complicación que pueda surgir, la vida sigue, pasará 2015 y seguirá habiendo festival y Teatro Victoria por mucho tiempo...
RT.- No podría entender que algo con esta historia, un lugar de encuentro, donde un montón de bailarines pueden sacar los trabajos, algo que ya forma parte de la propia identidad de la propia ciudad… algo que tiene una constancia y tanta gente conoce y disfruta.... no me puedo imaginar no tener apoyo.
L.- ¿Te das por aludido cuando oyes a los criticos, amates de recortes, defender la reducción permanente de ayudas a la creación?
RT.- Las subvenciones son necesarias, son imprescindibles en muchos casos… para dar una dignidad a la profesión, para que haya una justicia, que la gente reciba algo además del aplauso después de tanto trabajo. El teatro sin ayudas no sería lo que es, sería otra cosa… y hoy por hoy tiene que estar sostenido. En el entorno que nos movemos nadie está pensando en enriquecerse, pero… hay un mínimo que tiene que recibir el artista, como gente comprometida que es.Para que algo crezca necesita tiempo y dedicación y esto no es medible a tanto la hora de trabajo. Es mi profesión y lo se.
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