Complicado hacer una reseña de un disco de semejante factura. El Hombre Bala Records vuelve a dar la cara en esta producción que no se aleja excesivamente del estilo que ya Isolina proponía hace dos años en su primera demo y que en Lagenda tuvimos ocasión de comentar.
¿Qué ha cambiado? Pues poco y mucho. La calidad de los temas es mil veces superior al menos en cuanto a producción pero el exceso es tal que los temas han dejado de ser simplemente canciones para ir un paso más allá. Es imposible escuchar cada una de las pistas sin que un detalle te llame la atención y te desconcentre. Rítmos rotos, estructuras de infarto que no dan cuartel y sonoridades rebuscadas entre pesados muros de sonido y melodías que te pillan a traición.
Ante tanta sorpresa lo normal sería pensar que este EP ( que por cierto, así se llama esta colección sin nombre de canciones ) podría ser hasta incómodo de escuchar. Pero no me malinterpreten, hay un mágico equilibrio entre lo inesperado y la continua y casi aburrida cadencia del estilo que hace que todo tenga sentido. Sumergidos en una oscuridad de suicidio casi folclórico, las letras tienen la misión de ofrecer la dimensión extrapoética y vehicular que convierte a Isolina en una rara avis dentro del circuito indie underground.
Desde su tema de apertura 'Sigue Ponyboy' seguramente el más exhibicionista del álbum, pasando por el tortuoso 'Polaris' o el inestable y maravilloso 'Sara (sensibilizando a)', cada una de las canciones tiene su propia sensibilidad, es quizá en 'Falsosraros' más pop y ambiental donde la banda hace un requiebro a su propio género que recupera levemente en 'Antártida' con la que se despiden en un climax de energías controladas.
Un EP de cinco canciones digeribles a pesar de su pesada digestión pero que se disfruta con gusto en cada uno de sus bocados.