Usted está aquí

“Mientras los hombres veían el fútbol o bebían cerveza o jugaban a los bolos, ellas, las mujeres, pensaban en nosotros, concentrándose, estudiando, decidiendo, si aceptarnos, descartarnos, cambiarnos, matarnos o simplemente abandonarnos. Al final no importaba, hicieran lo que hicieran, acabábamos locos y solos.”
Charles Bukowski - ‘Mujeres’

En un artículo de hace más de 15 años recuerdo que Eduardo Haro Tecglen hablaba sobre cómo un día, en un trayecto de metro en Madrid, se fijó en que las mujeres eran las únicas que leían ávidamente libros y todo tipo de prensa, mientras que los hombres se limitaban a vagar con la mirada, sin leer, sin apenas interés en nada, como auténticos derrotados tras el armisticio. Aquella bella imagen literaria la percibí como un símbolo de lo por venir y que, finalmente, parece haberse generalizado.
Despertó admiración la hazaña de las deportistas olímpicas españolas que, con muchas menos ayudas en comparación con sus homólogos masculinos, obtuvieron excelentes resultados. No debería haber tanta sorpresa. En un país azotado por la crisis económica, donde, de la noche a la mañana, desaparecieron todos aquellos generosos mecenas institucionales o privados, solo aquellos, es decir, aquellas, que mantienen expectativas y objetivos son capaces de obtener resultados positivos. Muchos hombres hemos desertado en masa de eso que se llama ilusión en el futuro. Nos hemos ido definitivamente a refugiar en la barra, en el partido de Champions, en la queja continua, en la pelea absurda. Esto se ve claramente reflejado en los movimientos de contestación social, que son cada vez más liderados por mujeres, como han sido los notorios y efectivos casos internacionales de las Pussy Riot en Rusia o las Femen en Ucrania, por no mencionar la espectacular protesta de las mujeres saudíes conductoras (eso son ovarios y lo demás bobería). También en movimientos como el 15M o los diversos Occuppy del mundo se observa el creciente peso femenino, rompiendo años de tradición machista en la izquierda ortodoxa (no olvidemos que los partidos comunistas eran refugio de mucho feo amargado por no ligar).
¿Significa eso que se abre una nueva era de esperanza en las relaciones sociales, en el campo de la política en general? No lo creo. Una de las mayores tonterías que he escuchado en mi vida es eso de que el mundo sería diferente si estuviera gobernado por mujeres. Solo con dar dos nombres el planteamiento se viene abajo: Margaret Thatcher y Angela Merkel (por no citar a nuestras Pajín, Botella, Aguirre, etc.) Y sí, sé que se puede argumentar que son mujeres que actúan como hombres. Pero no, son personas que actúan como políticas y, sobre todo, desde el poder. Porque no hay que olvidar que, antes que mujeres u hombres, somos humanos, y que, por lo tanto, lo que nos une es que todas y todos (como diría el lehendakari) llevamos un pequeño hijodelagranputa (en término machista) o pedazocabrón (en el feminista) dentro. Compañeras de viaje, os esperamos en los bares.

Escucha recomendada para la lectura: Pussy Riot “Putin Lights Up The Fires”
Foto: Aymann-Ismail_ANIMALNewYork

 

 

Ampliación del Campo de Batalla, por Carlos Robles