"El revolucionario es un hombre condenado a muerte" S. Nechaev ‘Catecismo del revolucionario’.
Si el discurso de una alternativa se alinea con el discurso del poder de turno, esa alternativa es un fiasco. Asisto al nacimiento de la rimbombante "Cumbre social" y enseguida una nueva decepción: se "plantean" actuaciones contundentes, incluso la "posibilidad" de una "huelga general ciudadana" -¿Significa que ese día dejaremos de ejercer nuestras funciones ciudadanas? ¿No será que realmente no las ejerceríamos?-
En la feliz y ñoña era Clinton, se puso de moda en Washington el concepto de la "política de los 90 días". En un mundo dominado entonces por la TV de cable y con la creciente imposición de la telefonía móvil, se entendía que no se podían fijar plazos más allá de los tres meses, que eso no tenía sentido en un mundo que ya no era el mismo. En la actualidad, esa política debería tener respuestas diarias (y ese es el problema, que la política no tiene esa capacidad).
Los mercados, en el fondo, son la máxima expresión del nihilismo, los mercados son punk en estado puro: "me importa una mierda lo que pueda pasar mañana, lo quiero todo y lo quiero ahora, no hay futuro"... Los mercados se burlan de la idea de un dios, de la justicia, de lo humano, son la expresión más cercana de lo nietzscheano. El descomunal gesto de Danny Boyle aguantando más de un minuto el ‘Pretty Vacant’ de los Sex Pistols con la letra sobreimpresionada en el graderío del estado olímpico, a escasos kilómetros de la ‘City’, ha sido quizá el símbolo definitivo que define el signo de los tiempos y que cierra el ciclo de la ironía, casi el sarcasmo, ante la imposibilidad de hacer más. La expresión artística de una derrota definitiva.Pues bien, en España, los McCartney de nuestra política y el sindicalismo enarbolan una especie de ‘Hey Jude’ casi hippiento de un patetismo que sería de risa si no fuera porque la situación es demasiado grave. "Amenazar" con un "otoño caliente" es asumir que todos en verano nos vamos a la playa. Es de una connivencia, una complacencia con el discurso dominante vergonzosa. Y lo peor es que muestra la realidad tal cual es. Si los funcionarios, DE VERDAD, quisieran, podrían cambiar las cosas. Bastaría paralizar toda la función y la administración pública durante un mes. Eso tumbaría a un gobierno. Pero, claro, sabemos lo que se argumentaría: "tengo que mantener a mi familia, la casa, el coche". Los mineros han estado DOS MESES sin cobrar, los británicos muchos más en los 80. Crearon fondos de solidaridad. Y aun así perdieron. ¿Tienen más conciencia de clase los mineros? ¿Son verdaderos revolucionarios? No, son tan conservadores como funcionarios, pensionistas, asalariados privados, autónomos... Solo se han rebelado cuando se les ha tocado SU nómina o SU futuro (al vecino, si le toca lo siento por él). Pocos parecen asumir que el sistema, las reglas, han cambiado. Que ya los felices 60 u 80 no volverán, que se acabó esa cosa llamada Estado del Bienestar, tener familia, derecho a vacaciones, a una sanidad, a una educación. Puedes estar a favor u oponerte frontalmente (supuestamente estás invitado a "ocupar" el congreso el 25 S), lo que ya no existe es la marcha atrás. Si Dylan conservara algo de lucidez debería escribir una canción titulada: 'Los tiempos YA han cambiado'. Pero, claro. Él va al FIB y al Vaticano, él YA lo ha asumido.
Escucha recomendada para la lectura: Los Planetas "Reunión en la cumbre"