La historia de Carmen Díez Rivera, jefa de Gabinete de la Presidencia del Gobierno de España durante la Transición, llega esta semana en La Salita, a través del espectáculo 'Carmen, nada de nadie', una coproducción del Teatro Español y Tablas y más tablas, con texto de Francisco Justo Tallón y Miguel Pérez García. Las funciones serán el jueves 25 y el viernes 26, a las 19:30, y el domingo 28 de septiembre a las 12:00. Las tres funciones han agotado las entradas y el viernes, a partir de las 18:00, el dramaturgo Miguel Pérez García ofrecerá una charla sobre el proceso de la escritura y la investigación de la obra. La actividad tendrá lugar en la Sala de Cámara del Auditorio de Tenerife con entrada libre hasta completar el aforo. Beatriz Argüello será la encargada de defender el rol de Carmen en esta producción dentro de un elenco en el que también participan Oriol Tarrasón, Ana Fernández y Víctor Massan, bajo la dirección de Fernando Soto.
Carmen Díez Rivera fue una mujer adelantada a su tiempo. Esta expresión se adapta como un guante a una persona que se sintió libre desde su infancia, en una sociedad y un tiempo en el que pretender ser independiente y mujer era simplemente una osadía. Poseedora de una inteligencia brillante y un tesón inagotable, nunca se conformó con las respuestas convencionales y buscó la verdad a cualquier precio.
Su vida fue tan excepcional que tiene paralelismos con las tragedias griegas, como 'Antígona' o 'Ariadna'. Nació en unas circunstancias familiares rocambolescas, dentro de lo más granado de la aristocracia española, pero un secreto familiar truncó para siempre su destino. Renunció a los privilegios de clase y llegó a alcanzar un puesto que ninguna mujer ha desempeñado en este país: Jefa del Gabinete de la Presidencia del Gobierno.
Su paso por la Presidencia sucedió en uno de los períodos más interesantes, complejos e intensos de la historia de España: la transición. Rodeada de personas que han pasado a la historia como protagonistas, ella luchó, a menudo sola, contra todo y contra todos. Una voluntad firme, una mirada inteligente, tuvo siempre el propósito de guiar a su país hacia lo que ella consideraba una posición de normalidad: la democracia. Su fuerza y arrojo en este cometido público contrastan con su tristeza y su incapacidad para encontrar la paz interior, rota desde su adolescencia por un secreto familiar que le atormentaba.
En el escenario, una mujer de mirada triste y voluntad de hierro va desgranando los momentos álgidos de su intensa y desafiante carrera política mientras recuerda los episodios íntimos que marcaron su desdicha y su carácter. Por su memoria y por nuestros ojos pasarán algunos de los personajes más importantes de nuestra historia.
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