La Sinfónica de Tenerife ofrece en su nueva cita de temporada un programa que une a dos grandes compositores Dmitri Shostakovich y Edward Elgar, de los que se interpretará la Sinfonía nº 9 y la Sinfonía nº 2 respectivamente, dos obras que son testigo y relato de la época en que fueron creadas. El concierto, que será dirigido por Antonio Méndez, tendrá lugar este viernes 7 de mayo a las 19:30 en el Auditorio de Tenerife.
Considerado uno de los compositores más populares de mediados del siglo XX, Dmitri Shostakovich (1906-1975) fue a través de su música testigo y cronista de un tiempo en el que todas las expresiones artísticas tenían una importancia crucial para el poder político. En ese contexto se convirtió en una figura controvertida, obligado a mostrar dos caras: fue el primer autor formado bajo el paraguas del nuevo régimen soviético, enaltecido y distinguido, pero a mediados de los años 30 la crítica, duras llamadas al orden y la prohibición marcaron su trayectoria.
A este periodo pertenece su Sinfonía nº 9 en Mi bemol mayor, op. 70. Cuando Shostakovich la estrenó no solo asombró al público asistente sino que provocó la ira de Stalin, dado que había expectativas de encontrar una partitura grandiosa, que celebrase la victoria al final de la Segunda Guerra Mundial y cuyo resultado fue la más corta y ligera de sus 15 sinfonías.
Edward Elgar (1857-1934), músico asociado al optimismo y opulencia de los años victorianos y eduardianos, dio forma a una obra tanto ceremonial como sensible, aunque muy impregnada de la tradición germánica. Escribió dos sinfonías y dejó bocetos de una tercera que no llegó a finalizar. Su producción disminuyó en los últimos quince años de su vida en parte porque la Inglaterra después de la Primera Guerra Mundial nada tenía que ver con aquella en la que había crecido.
La Sinfonía nº 2 en Mi bemol mayor, op. 63, si bien refleja al autor en todas sus facetas –noble, introvertido y confiado– pertenece a la época en la que empieza a sentir una profunda la decepción con la sociedad de su época. Comenzó a escribirla en 1909, cuando surgen las tensiones que dieron lugar al conflicto bélico, y su intención era dedicársela al rey Eduardo VII en vida, pero el monarca falleció antes de que la acabara, lo que no evitó que en la partitura apareciera una dedicatoria a “su difunta Majestad, el Rey”.
El director principal de Sinfónica de Tenerife desde la temporada 2018/2019, Antonio Méndez, es uno de los conductores más solicitados y consolidados de su generación, lo que le ha permitido establecer estrechos vínculos con las orquestas más importantes de Europa. En su destacada trayectoria, ha dirigido a formaciones de la escena internacional como Tonhalle-Orchester Zürich, Symphonieorchester des Bayerischen Rundfunks, Mahler Chamber Orchestra, Rotterdam Philharmonic, Danish National Symphony Orchestra, hr-Sinfonieorchester, Royal Stockholm Philharmonic, Staatskapelle Dresden, Scottish Chamber Orchestra, Los Angeles Philharmonic o la Orchestre Philharmonique du Luxembourg.
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