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Mézclese: el grado justo de neurosis; ciertas filias y ciertas fobias; un buen puñado de ego; mitad y mitad de arrojo y prudencia; asistencia a más de mil espectáculos (clásico, títeres, musical, comedia, tragedia, vodevil, infantil, amateur, de calle); toneladas de lecturas (novela, ensayo, poesía); algún taller de teatro que otro; haber subido a las tablas en un papel protagonista; una vida económica resuelta (o en su defecto acostumbrado a vivir bajo mínimos); cierta soltura a la hora de contar; y una pizca de ingenuidad (capacidad que se comprueba si puede quedar boquiabierto varias veces por semana, por acontecimientos que a otras personas no le sorprenden lo más mínimo). Ah, me olvidaba: deberá echarse al caldero un libro publicado (mejor si tiene algo que ver con el teatro) y artículos en prensa relacionados con otra esfera del conocimiento.

Todo lo anterior deberá presentarse con los debidos aderezos. Mejor si la fascinación por el arte de Talía viene de pequeñito. Resultaría conveniente que hubiera nacido en un barrio de artisteo y farándula, en una capital mediterránea con arraigo escénico. Por supuesto su vocación frustrada estará relacionada con alguna de las bellas artes, por lo que sublimará esa impotencia en centenares de proyectos, una decena de los cuales, a lo sumo, llevará hasta el final.

Su vida interior mejor que sea agitada. Y lo será siempre que ande en la búsqueda constante de satisfacciones pasajeras de carácter inmaterial. Eso se traducirá, por otra parte, en dificultades para conciliar el sueño. Por supuesto que deberá ser un utópico y creer en el reparto equitativo de la riqueza, como parte de una conciencia ecológica relacionada con la teoría sistémica, único camino, pensará, hacia la supervivencia del planeta. Y nada de dioses: sus creencias serán antropocéntricas. Mejor, además, si también cree en la teoría de las cuerdas u otra similar, cuya demostración se estime próxima gracias a los avances de la ciencia.

Sentimentalmente deberá haber experimentado grandes y múltiples errores, pero es muy importante que durante su actividad crítica tenga pareja estable y, debido al amor, esté mediatizado por su influjo. Esto garantizará la concentración en su trabajo y que su mente no divague pensando en pajaritos preñados. Mejor aún si tiene varios hijos, así dedicará parte de sus energías a la crianza, lo que le evitará algunos excesos profesionales que pudieran ser malinterpretados por algún director o directora, previniendo así que se le arrojen a la yugular al cruzarse con él en la calle.

Concluyendo. También deberá ir con la cabeza bien alta, pese a que en cierta ocasión hubiera criticado el papel de la actriz o del actor protagonista y, al mes siguiente, el jurado especializadísimo de un festival de teatro en otro país, le hubiera otorgado el galardón más alto. Por último, le importará bien poco que sus andanzas domésticas e incongruencias varias afloren en su perfil personal de Facebook o su canal de youtube. Cuando alguien es capaz de reírse de sí mismo, se le puede disculpar casi todo, como a los enajenados que, en sus discursos, suelen decir muchas certezas.

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