No hubo teatro hoy en los Premios Réplica. O… Cómo malgastar el dinero en un montaje escénico bajo el envoltorio de comedia musical, que no transmite emoción alguna. Consecuencia de la irrupción de la moda de los musicales como género teatral. No entiendo cómo este trabajo pudo resultar uno de los finalistas. Más allá de una cuestión de género teatral, Holmes te aburre, Watson te aburre, la trama te aburre, las canciones te aburren, el decorado te aburre, la pantomima te aburre.
Mi corazón sí alberga algún sentimiento bondadoso hacia ese elenco de actrices y actores. Se entregan con profesión. Ellos y ellas mantienen al público en las butacas. Trabajaron las coreografías con exactitud, las voces suenan como deben (aunque no todas), dicen bien y se mueven bien. Ese mérito es suyo. Sin embargo mi corazón se compadece: merecen algo mucho mejor que ese montaje. Deseo vivamente verlas y verlos pronto en otros roles; con seguridad llegarán mejores resultados. En éste me veo sobrepasado por la miseria de un concepto teatral que no deja espacio a la imaginación. La trama es tan evidente, y la puesta en escena tan obvia, que me siento como en un cabaret de mal gusto pensado para menores de edad.
Tal vez el mercado demande productos de tal factura. ¡Ay, sí, el mercado! Y venga, de rodillas a ordeñar la vaca sagrada del recurso fácil. ¡El mercado! Así nos va. Así marcha esta sociedad que consume lo que le echen. Y lo más triste, lo tristísimo: que encima el producto llegue a la final de unos premios de teatro. Mal panorama. Negro presagio. Se me irrita el colon y las meninges. Flaco favor al mundo teatral. Muy flaco. Igual que abomino de la telebasura, de los Sálvame, de los Gran Hermano, o de las películas de acción americanas donde el bien lo encarna el American Way of Life y su maldita globalización, me apena que el teatro se llene de un público que se mueve al dictado de ese estilo que alimenta las modas del neoliberalismo más radical. Eso encarna el Sherlock Holmes de Jab Producciones. Comida rápida cocinada por el capitalismo más vacuo.
Ya había visto la obra antes. La función de hoy confirmó mis sospechas. Por si acaso, llevé a mi hija pequeña de ocho años a ver qué opinaba ella, y por si pudiera estar yo muy mal orientado. Al salir me citó cinco espectáculos que ha visto en el Teatro Cine de Los Realejos, los domingos a las doce, que le gustaron muuucho más que la cosa de hoy. Nada, ni por la campana puedo salvarlos.
Ya me marcho. No sin antes dejar aquí un consejo de padre. Sé que el deseo de las madres y los padres de la gente menuda, futura consumidora de teatro, es dar a nuestros vástagos la oportunidad de ejercitar su inteligencia, imaginación y creatividad: por favor, eviten Disney Chanel y productos pensados para el Consumo Masivo Idiotizado (CMI). Que lean a Arthur Conan Doyle y que completen “la liga de los pelirrojos” (narración contenida en “Las aventuras de Sherlock Holmes”, 1892) con su propio imaginario personal, sin duda mucho más rico que el que nos propone Jab Producciones.
Fotografía: Benjamín Santana. Asociación Réplica