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Phe Festival 2017

Crónica del Phe Festival 2017

'Tal vez lo hubiera hecho de otro modo, pero no lo habría hecho mejor'. Si esto fuera una crítica y no una crónica, esa frase podría resumir lo vivido en el Phe Festival. Esta segunda edición contaba con un día previo a los conciertos con actividades muy variadas, incluido el mercadillo ubicado a la entrada del muelle del Puerto de la Cruz. Pero tal y como está el patio, mejor dejar las críticas para los malos rollos de la gente en internet. Seamos siempre más amables si nos dejan, ya que en este festival es digna de mención la buena onda del público, en un evento que aún casi recién nacido se ha convertido ya en una cita ineludible en la escena musical canaria, tanto para sondear qué se cuece en el panorama sonoro del archipiélago y más allá, como para darle gusto a amantes de la música en vivo. Pero antes de hablar de los artistas, demos una vuelta por el mercadillo.

Se podía encontrar de todo. Era cómodo. Daban ganas de estar y de comprar. Una idea tan bien realizada contribuyó a generar ese buen rollo, y que en el ambiente fiestero se generaran espacios para el encuentro y la conversación. Y si hay algo que el festival debería considerar (escuché varias voces expresándolo) es hacer accesible el mercado al transeúnte que no va a ver los conciertos. Turistas, familias, guiris, gente que ni siquiera conoce el Phe y se lo encuentra. Muchos curiosos se asomaban y se iban. Tal vez sería bueno pensar en un sistema que les permitiera recorrer el mercadillo sin entrar al recinto general. Puede que incluso muchos de ellos se animaran a comprar entradas una vez allí, y sin duda se llevarían un regalo bonito de cualquiera de los puestos. Pero como ya dije, yo lo hubiera hecho de otra manera, pero dudo que lo hubiera hecho mejor.

PAPAYA_ Con el sol pegando fuerte y el Teide en el backstage, calentaron motores, contagiándonos a través de canciones de un pop sencillo y pegadizo, muy apropiado por veraniego, que interpretaron divirtiéndose, bailando y haciéndonos bailar. Este no es un proyecto al que se le pueda juzgar por una sola canción. Lo sencillo no es simple, y disfrutar un concierto entero lo atestigua con los recuerdos de cierto pop fresco y descarado del que tantos referentes podrían haber en aquella movida madrileña. Quienes brindaron con ellos las primeras cañas de la tarde no los olvidaron, porque hicieron que la marcha arrancara temprano y pusieron el nivel bastante arriba.

THE GOOD COMPANY_ Apropiado que la puesta de sol añadiera un aire de verano melancólico a su actuación. Tenía ganas de ver su directo. Ahora pienso que bandas como esta muestran que al margen de gustos personales, el nivel musical canario ha evolucionado bastante en los últimos años. Lo tenían algo difícil para llegar al público tras lo dicho sobre Papaya. Con ellos el ritmo general bajó, pero poco a poco su compás fue calando hasta trasmitirnos su energía. Entre las muchas cosas que se mezclan al sonar The Good Company me viene un algo de The National y otro de Arcade Fire, aunque sin la parte punky de los segundos, que es la que más me gusta y con la que tal vez les vendría muy bien coquetear. Pero lo dicho, aunque yo lo haría de otra forma...

BELÖP_ Anécdota compartida: algunos no conocíamos a este grupo y estábamos lejos. Al escuchar que comenzaban nos acercamos y miramos buscando a la cantante. El timbre de la voz del cantante de este dúo nos engañó. El tono agudo de esa voz peculiar casaba perfectamente con otra propuesta fresca y por eso apropiada, de un pop bailongo con momentos funk y disco, algo así como unos nietos de los Bee Gees petaditos de sintes, lo que parece gustarles mucho y que a medida que se desarrolla hace funcionar el conjunto, arrastrando consigo al personal, ya arropado por una iluminación que durante todo el festival fue muy elegante y nada pretenciosa.

MISS CAFFEINA_ No les conocía sino de oídas y les di varias oportunidades. No seré yo quien les piropée. Pero ya he dicho que aunque haría cosas de otra manera, nunca lo haría mejor. Miss Caffeina tiene estructura de banda tradicional pop-rock y eso es lo que hacen. Y bien. Por algo habrán sido apadrinados por Iván Ferreiro en un tema que nos regalaron. Sin embargo, si el boom musical de internet ha favorecido a muchos a salir adelante, también ha servido para que estilos y géneros se diluyan, creando un limbo de indefinición estilística capaz de atrapar a cualquier formación, por bien  que suene. El tiempo les hará mejores y más viejos, como a todos si nos definimos.

JAVIERA MENA_ Entrada la noche, merecería una crónica entera. Para quien no la conozca, digamos que es un delirio afortunado entre canción de autora y technopop, algo así como si Julieta Venegas cantara en un concierto de Pet Shop Boys. Con un sonido muy potente (como en la totalidad del festival) Javiera cuida al detalle su puesta en escena. Sonriente y vestida para la ocasión, con proyecciones retrofuturistas dignas de Tron, su voz poderosa y aterciopelada se mezclaba a los mandos de la nave espacial con un arpegiador que casi hechaba humo de tanto uso. Junto a ella, otras tres mujeres. Una a la batería, dando organicidad a las bases y haciendo segundas voces. Al borde del escenario, una pareja de bailarinas de otro planeta, de sonrisas gemelas y cuerpos esculturales haciendo coreografías donde no faltaron payasadas eróticas de lo más simpáticas que dejaron boquiabierta a cualquier persona, al margen de sexos, géneros e incluso gustos. Hubo quien dijo: 'si el cantante fuera un hombre e hiciera esto, lo mataban a críticas'. Pero no se trataba de eso. Bastaba con mirar al escenario para ver que aquello era una fiesta que empoderaba a cuatro mujeres, muy por encima de interpretaciones. Una locura festiva en la que hubo tiempo incluso para versiones... de ¡'Ritmo de la noche'! ¡Y de 'Yo no te pido la luna'! ¡En serio! Por supuesto, el público frenético las coreó hasta el final.

TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO_ Les había visto en varias ocasiones. Fueron mi motivo principal para asistir. Soy seguidor de este pedazo de banda entre el post-punk, noise y esas atmósferas a lo My Bloody Valentine que me pueden. Pero debo reconocer que su actuación, aparte de sordo, me dejó algo vacío. Debe ser infiernal ser su técnico. Comenzaron sonando algo raro. Mejoraron tras varios temas. Pero tuve una sensación extraña de indefinición, al revés que en el resto de conciertos, donde cada sonido estaba distinguido y colocado en su lugar. Esto me hizo moverme intuitivamente. Pese a toda la energía descargada (a uno le duele lo que sufre la batería de este grupo) en cada nuevo lugar escuchaba una guitarra o la otra, el teclado o las voces. Hay quien opina que puede deberse al tono más oscuro del último disco. Sea como sea, me quedé con una espina clavada que prometo sacarme cuando tenga la oportunidad de volver a verles. Si bien, resulta curioso encajar tremenda descarga de rock después de un concierto como el de Javiera. Peculiaridades festivaleras.

SILOÉ_ Este cantautor será el más perjudicado de mi crónica. El segundo día, de nuevo con el sol pegando, llegué a la mitad de su actuación. De entrada, parecía que abrir con su folk pausado no incitaría a juntarse ante el escenario, como pasó el día anterior con Papaya. Sin embargo, podríamos pensar en Siloé como la sorpresa del festival. Me equivoqué con lo que había pensado de antemano. El formato para el Phe incluyó banda, y el resultado es que sonaran tan cañeros que quien no conocía a los grupos de antemano no sabía a quién estaba escuchando. De hecho, me ha soplado un pajarito que más de uno pensó que con tan energía en su directo, deberían haber sido The Taxman quienes abrieran la tarde, y dejar a Siloé más dentro de la programación, rumbo hacia la noche.

THE TAXMAN_ Es la banda ganadora del último festival Lalacore. Su nombre activó todos mis prejuicios, pensando en el Revolver de The Beatles. Efectivamente, van por ahí. Una formación clásica para canciones de estilo igualmente clásico, jugando con la psicodelia de aquel gran disco. Lo sorprendente es que no se aferran a esa fórmula para hacer un refrito o forzar mezclas de estilos en cada tema, sino que surfean entre uno y otro, sin mezclarlos, presentando canciones declaradamente funk para irse en otras al rock más puro, que al voverse hard recuerda a la sonoridad inconfundiblemente clásica de AC/DC.

LOS VINAGRES_ Están locos estos palmeros. Así ha salido adelante una de las mayores sorpresas canarias de los últimos años. Sus canciones son como piñazos. Directas. Claras. Divertidas. Macarras. Cañita, pero de la fina. Un directo al que le sobra potencia para soportar su actitud. Todo apostado a tres cartas. Guitarra, bajo y batería. Un chute crudo y energético de rock and roll garajero con rabia punk del que tenemos el gran referente reciente de Guadalupe Plata. Al igual que aquellos, aquí también se canta con una voz como de gato atropellado, en este caso letras escuetas al servicio del humor kinky de temas como 'Me enamoré de tu madre' o el divertidísimo 'José Vélez'. Se nota que La Palma es la isla canaria más cercana a Arizona.

BEJO & DJ PIMP_  Uno de los conciertos más esperados no decepcionó para nada. Sorprende su número de fans en tan poco tiempo tras la explosión de sus temas en YouTube. Pero Bejo se lo merece. Se lo ha currado desde El Hierro, rodeado de buenos amigos para generar un fenómeno compuesto, primero por esas amistades, y luego por la música, los vídeos y su actitud en un todo indisociable. Caramelos, napolitanas de chocolate, cebollas y dos mangos volaron desde el escenario entre tema y tema para alimentar a la gente, incluso él mismo acabó brincando entre nosotros mientras se marcaba 'Mucho', pasando el micrófono para que los versos sonaran con distintas voces. Un vacilón. Cruzo los dedos por él y su talento para que evolucionen bien. La industria es más voraz que el público y hace años que ya masticó a El Guincho. Cuidadito.

WAS_ Triunfó el pop bailable de esta banda vasca de nombre reducido a acrónimo, como MGMT, a quien se pueden acercar por la combinación de electrónica e instrumentos tradicionales. Un extraño problema con el bajo se superó pronto. Usaron una Txalaparta, algo que fulmina la comparación anterior. Y lo hace a su favor. En la medida en la que WAS es menos convencional se vuelve más interesante. De resto, su sonido es bien maduro y consigue moverme, pero no tanto conmoverme. Lo lineal de sus temas ganaría muchísimo si encontrara tensiones armónicas o complicaciones rítmicas. Algo más de riesgo les podría llevar muy lejos. Pero eso es lo que haría yo. Seguro que no lo haría mejor.

LEÓN BENAVENTE_ Empecé mi segunda vez con esta banda reticente y terminé aplaudiendo a rabiar. No me los pongo en casa y debo decir que asistí a un directo genial, pleno de energía y contundencia, de sonido, duro pero tan matizado como para entender cada palabra de 'Gloria' y comprender que la altura musical este grupo de poética prosaica no se ha quedado en una cación, que León Benavente dista mucho de ser una banda zombi sostenida por un solo éxito. Me estoy refiriendo a ese 'Ser Brigada', tema con el que irrumpieron hace tiempo, del que han sabido sabiamente guiarse para generar una voz cada vez más propia y que reservaron para despedirse por todo lo alto. Uno se da cuenta que algo ha calado en el tuétano de lo popular cuando presencia cosas como las que ocurrieron en este concierto, y no solo me refiero a sostener en volvandas mucho tiempo a un cantante que lo dio todo. Me refiero a algo más sutil, un escalofrío al comprobar que a falta de estribillo la gente tarareaba la melodía de la guitarra de 'Ser Brigada', un poco como les ocurriera a The White Stripes con los aficionados al fútbol. Ocurre que estos señores llevan mucho sobre el escenario, y a la novedad de que se hayan juntado va unida la madurez combinada de cada uno de sus componentes. Y que hemos cambiado, hemos evolucionado y por mucho postureo que tenga el rock, necesitamos bandas que nos canten en nuestro idioma. Y no solo me refiero al castellano. Me refiero a algunas cosas que a veces es necesario gritar o escuchar, al menos entre la distorsión de lo artístico. En este caso, yo no lo haría de otra manera.

Con todo esto y lo que no cabe aquí, porque ocurren muchas cosas en el Phe, decimos adiós a un festival del que ya se espera que vuelva. Afianzado. Evolucionado, tal vez, pero que ya no puede irse. Algunas personas me comentaron que no sabían si ir 'porque no les gusta mucho la música indie'. Y eso es algo que da cierta pena. Poner una etiqueta a modo de excusa para dejar de conocer algo nuevo. Poco tienen que ver Triángulo de Amor Bizarro con Bejo, Javiera Mena con The Taxman, León Benavente con Papaya. Lo único que estos grupos tienen en común es a quienes les escuchamos. Porque Phe es de todo menos un festival de música indie. Lo caracterizan el verano, la variedad, la diversión sencilla y el flujo de personas. Un festival de música indie tendría que ser de otra manera. Pero no se si sería mejor.

 

Las imágenes que ilustran este artículo son obra de Julián Corro.

Crónica del Phe Festival 2017