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El otro jueves me abordó una tipa por el facebook: “Hola, has visto qué escándalo lo del concurso Popinspain 2013?” - No, ¿qué ocurrió? -pregunté ciertamente aturdido. -Pues que al final no ganamos!, cabrones! -¿Y te extraña? Ya sabrás que no creo en concursos de talento -respondí. Un minuto después, supongo que de preparar una respuesta coherente, me interpela, -Ya, pero es que nos metimos un curro del carajo con la promoción y al final ganó una banda de Teruel. -¡Vaya! Lo lamento mucho, espero que al menos sonaran bien. -Sí, pero no se lo merecían. En este punto ya empecé a preocuparme. -¿Y eso? -Es que teníamos mil votos y estos sacaron mil uno. -Pues casi! Qué pena, tendrían que estar orgullosas... -y solté un ja ja ja para quitar un poco de hierro al asunto. -Sí, ja ja ja chau, nos vemos! -Y se desconectó.

Me sobrevino la duda de que si estaban controlando a los que habían votado y habían visto que yo no lo había hecho. -pues ya sería casualidad. Así que me puse a rastrear la invitación del evento on line y me di cuenta de mi error.En letras grandes ponía “Un grupo canario está en la final del Popinspain 2013, apóyanos es muy importante para nosotras”, y lógicamente eché un vistazo a la retahila de comentarios del evento. Unos de ánimo, otros de dolor, y algunos de contenido tongo tongo.

Entre los mil que habían votado:  mi madre, un amigo de la escuela y un tío político de este que era guagüero, entre otros personajes de cuestionables conocimientos del circuito musical independiente pero de indudable amor por su tierra. Todos fiel reflejo del “gran trabajo de promoción” que hizo la banda en facebook. 

Imaginen que los pobres chicos de Teruel hubieran perdido porque una tropa de tres mil jornaleros andaluces, apelando al regionalismo más exacerbado y dándole al ‘me gusta’, hubieran votado al grupo heavy sevillano que quedó en tercer lugar.  ¡Menos mal!

Hay cosas con las que no se debe jugar, y esta es sagrada. En vez de gastar fuerzas en promoción y apelar a la canariedad y la amistad hay que aprovechar el tiempo en mejorar las propuestas para no tener nunca que acudir a tan desagradable solución. Los organizadores de esta morralla de concursos deberían aplicarse el cuento, pero esa es otra historia, a ellos les interesa que votes, que haya movimiento, sin preocuparse por la calidad del votante, lo que anula totalmente su credibilidad como marca en este sector.

Una historia basada en hechos reales ...pero con un poco de maquillaje