“La literatura es una mierda” Sartre a Beauvoir en una conversación en 1952
Redescubro felizmente hace unos días el recomendable blog literario en Tumblr de mi querido y admirado Francisco León. Rememoro con emoción cuarentona los años universitarios de los 90. Recuerdo la exquisita revista ‘Paradiso’, que sacaba adelante junto a Alejandro Krawietz y otros jóvenes –entonces- literatos canarios. Nos enzarzábamos en absurdas discusiones que añoro. Que si el arte puro o el compromiso social. Todo tan del siglo XX ya desaparecido. Y me paro a pensar en qué momento finalizó el siglo XX. Muchos dicen que acabó con la caída del muro y que el XXI comenzó el 11S.
Reivindico la intrahistoria y el derecho emocional a cartografiar el tiempo. Para mí el siglo XX en Europa acaba en la madrugada del 15 de abril de 1980. La anécdota es de una belleza cinematográfica arrebatadora y de un simbolismo abrumador. Sartre acaba de morir. Valéry Giscard D’Estaing, entonces presidente conservador de Francia, entiende la importancia del momento y se persona de inmediato, nervioso, en el velatorio del filósofo, esperando encontrarse el lugar atestado de caras nada afines. Para su sorpresa se encuentra el ataúd de Sartre sin nadie que lo acompañe. Sin saber qué hacer, permanece pensativo durante varios minutos ante el cadáver de quien ha sido su azote crítico y uno de los pensadores fundamentales del siglo. La soledad de su cadáver y lo paradójico de quién resulta ser su único acompañante simboliza un cambio de era. En otras palabras: y al octavo día se hizo la posmodernidad.
Se ha dicho siempre que en 1898 se acaba el siglo XIX en España. Un error. En realidad, concluye el siglo XVII, el de la larga decadencia y cerrazón que refleja el Barroco. España apenas conoció el siglo XVIII y XIX, esos que llevan asociados términos como ilustración, liberalismo, burguesía, capitalismo, progreso. Hubo un intento (Costa, Gasset) de incorporarla artificialmente al siglo XX que deriva en el breve sueño de muerte anunciada que fue la II República. El franquismo, en realidad, fue el orden natural para el devenir histórico de una sociedad como la española. Tras esto, nos colocaron de nuevo artificialmente en Europa y el mundo, como a Martínez Soria en las películas de turistas. Y el sueño fue breve y el despertar, otra vez, de pesadilla. Podría ser peor. Rusia, por ejemplo, nunca ha abandonado la Edad Media. El zar Pedro I el Grande intentó occidentalizarla, descomunal esfuerzo que quedó a medias en todos los sentidos. Nadie se debería sorprender de que la “subnormal” ley sobre los gais en ese país tenga un cómodo apoyo popular. Moscú-Madrid. Tan lejos, tan cerca.
Y ante la barbarie de la realidad me vuelvo a refugiar en los recuerdos sutilmente trazados en ‘La galaxia a mediodía’. El autobiografismo como reconstrucción. Asunción antes que salvación o redención. Recuerdos de la Isla Baja, la Plaza de la Pila… los “lugares con metafísica”, también genialmente sugeridos por otros icodenses “pródigos”: los hermanos Jaír y Noé de Pumuky. Y me detengo, feliz, en el instante.
Escucha recomendada para la lectura: Pumuky “Amarca”