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"Soy más de cerveza"

Empezó como actor, se metió en el rol de dramaturgo por casualidad y desde el año pasado ha empezado a dirigir. José Padilla (Santa Cruz de Tenerife, 1976) encarna eso que se denomina un hombre de teatro, no solo por sus cualidades a la hora de abrazar cualquier faceta y hacerlo con éxito sino también por tener que hacer un poco de hombre orquesta para que los proyectos salgan adelante. Y no es “por la crisis y las condiciones laborales precarias", sino "a pesar de estas" recalca en muchas ocasiones quien defiende la cultura, y concretamente el teatro, como un acto de rebeldía y resistencia al sistema político actual.

Precisamente de eso va su última producción escénica, 'La isla púrpura', una versión libre que ha escrito y también dirige del texto satírico sobre la censura y la represión intelectual que escribió Mijaíl Bulgákov (1891-1940) hace casi un siglo. Tras estrenarse con gran repercusión en Avilés, llega este fin de semana (6 y 7 de noviembre) al Teatro Guimerá de la mano de Kamikaze Producciones, Buxman y Ángel Verde. Para ir calentando motores, charlamos de ello con José Padilla.

LAGENDA.- Llega al Teatro Guimerá tras el gran estreno en Avilés de la primera versión española de 'La isla púrpura' de Mijaíl Bulgákov. ¿Hacerlo “en casa” es como un segundo estreno?

JOSE PADILLA.- En gran medida sí, al menos para mí y aún más teniendo en cuenta que el original de Bulgákov lo descubrí aquí, en los años en los que empecé a hacer teatro. Se cierra un círculo, de alguna manera.

L.- En la obra, obtener el visto bueno de la censura supone la supervivencia de la compañía teatral protagonista. ¿De qué depende la supervivencia del teatro en la actualidad?

J. P.- En los últimos años ha dependido, y lo sigue haciendo, del trabajo de los propios profesionales de sector y, en muchos casos, en condiciones precarias. Hay un intento por parte de grupos de poder, muchos de ellos en nuestro Gobierno actual, de ensombrecer al pensamiento crítico, acabando con su presencia en el sistema educativo y de ahí para arriba. El teatro es un reducto honesto para que ese pensamiento se siga dando, por eso es tan necesario, siempre lo es pero hoy día más. Esperemos que esta situación revierta y que el acto de hacer teatro deje de ser una heroicidad.

L.- ¿Y en qué momento obtuvo el trabajo de Lucía Barrado, Manolo Caro, Montse Diez, Nerea Moreno, Germán Torres y Juan Vinuesa el visto bueno del director para ser presentado al público?

J. P.- He tenido la suerte de contar con un reparto excepcional y su trabajo ha sido impecable, esto se ve sobre el escenario. Los plazos son los que son y los ensayos acaban en el estreno, pero su trabajo tiene mi visto bueno desde el día que hicimos la primera lectura.

L.- En alguna ocasión ha dicho que cuando crea un texto le interesa “poder tener una escritura muy cercana a la escena y el actor”. ¿Hace el mismo esfuerzo con las adaptaciones como esta de Bulgákov?

J. P.- Es la primera vez que versiono utilizando esta técnica de escritura a pie de escenario, es decir, a partir del material original y del trabajo con los actores, dos fuentes aparentemente inmiscibles. Por los resultados que he obtenido creo que no va a ser la última.

L.- Su primer acercamiento a esta obra fue hace casi 20 años. ¿La decisión de llevarla ahora a escena tiene que ver con la situación actual de la cultura en España y las similitudes que puede tener con el trasfondo del texto de Bulgákov?

J. P.-. Bulgákov siempre es oportuno pero salta a la vista, hoy lo es más que nunca, sí.

L.- ¿Lloverá vodka al final de la representación?

J. P.- Llovió vodka hace más de diez años ya. 'Cuando llueve vodka' fue mi primera obra y le guardo un especial cariño, por serlo y por lo que supuso para todos los que participamos en ella. 'La isla púrpura' no guarda muchas similitudes con aquélla pero quién sabe… Eso sí, hoy soy más de cerveza.

L.- Usted ha versionado y dirigido textos de autores tanto clásicos como contemporáneos, incluyendo sus propias obras. 'La isla púrpura' está situada en los años XX del siglo pasado. ¿Necesita el público que se la presenten con claves de actualidad para entenderla mejor?

J. P.- El público, a priori, no necesita nada. Soy yo el que necesita el trasvase para entenderla y, desde ahí, poder hacer mi propuesta.

L.- Recientemente, con motivo de la representación de 'El alcalde de Zalamea' a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC) para reinaugurar el teatro de La Comedia, la periodista Liz Perales lanzaba la siguiente pregunta: “¿Es correcto que los directores y los autores de las versiones los modifiquen para contarnos una historia distinta e, incluso, contraria, a la que el autor dejó escrita?”. ¿Es correcto hacer esta pregunta?

J. P.- Correctísimo. Liz abrió un debate del que se habla muy poco y tiene mucha miga, de hecho, le di las gracias a Liz por haberlo propuesto. Si me pides opinión en torno a lo que Liz Perales cuestiona, te diré que sí, no sólo lo veo correcto sino necesario, si hay que versionar un clásico el punto de vista del versionador tiene una importancia capital. Calderón, Lope y Shakespeare no han cambiado en cuatro siglos, el público sí. Ese viaje es el que debe llevar a cabo el que versiona.