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La vita Rubata de la cantaora Mayte Martín

Naturalidad, verdad y belleza son aspectos fundamentales en las letras y tonos de las fallas, granados, bulerías y boleros de Mayte Martín. Su música bien se podría definir como el desgarro del alma que escapa del tiempo y el cuerpo a través de su voz.

Con un montaje y vestuario basados en la sencillez propia del flamenco clásico, en sus actuaciones el centro del espectáculo es únicamente la música. Las guitarras, cajas, palmas, y por supuesto, el duende de Mayte, son los verdaderos protagonistas sobre el escenario.

Tras más de treinta años de intachable carrera como cantaora, cantante y compositora, la artista ha vuelto a conseguir transmitir la profundidad y la fuerza de los torbellinos de emociones y sensaciones, que giran en torno a cosas tan íntimas como el amor, el desamor y las vivencias personales. `Tempo Rubato´, además de una excelente colección de temas que cuenta con los arreglos del reconocido compositor Joan Albert Amargós, es el tiempo vivido, la experiencia vital filtrada a través del cante: dolores, penas, incertidumbre y alegría, que todos pueden llegar a sentir, pero solo unos pocos pueden llegar a transformar en placer para los oídos.

En estos tiempos de mestizaje cultural, en los que el flamenco ya ha sido fusionado prácticamente con cualquier género musical, cuesta encontrar quien aún cultive con pasión y entrega la esencia más pura del cante jondo. Mayte Martín es sin duda alguna una de esas personas. Declarada conservadora del flamenco, al que solo le ve sentido dentro del propio flamenco, demuestra una clara preferencia por la belleza natural, lo verdadero y la experiencia personal, por encima del artificio, lo visual y la rima fácil. No son pocos los que ven en esta postura cierto inmovilismo que convierte el género en una pesada cadena carente de innovación, pero lo cierto es que tras escuchar los versos del quejío de Mayte se constatan la veracidad del sentimiento y la vida misma.

En el ciclo musical Pasionari@s 2018, la participación de esta artista hace que la “@” del propio título cobre especial importancia, dado que personifica el triunfo reconocido de una mujer en un terreno musical que tradicionalmente se ha asociado a los hombres. Un triunfo, que lejos de ser el resultado efímero de estrategias comerciales, es ante todo la recompensa al sacrificio y genio de una mujer que afirma: “El flamenco es mi pasión, no mi yugo.”