'La familia tradicional', de Cía Abubukaka
Teatro Cine Realejos, 7 noviembre 2015
por Jordi Solsona
Nuevo trabajo de un grupo de clowns como la copa de un pino. ¿O acaso lo dudaban? No es gratuito que los cuatro fenómenos aparezcan con las caras embadurnadas de blanco. Dejan bien claras sus intenciones. Son los bufones de este país llamado Canarias. Y dicen verdades, como todo buen bufón. Y lo que es mejor: saben decirlas. Su vehículo es la palabra. No busco belleza, no busco poesía en Abubukaka: busco verdades. Ellos las dicen con gracia y sopetón.
Esta compañía mejora cada vez más en sus aptitudes teatrales. Cada vez que los veía, y esta es la primera crónica que hago de ellos, encontraba demasiada distancia entre las capacidades dramáticas de cada uno de los componentes. Esa distancia se acorta, imagino que con un esfuerzo titánico por aupar el nivel de los pies que cojeaban. Les honra.
Su humor desenfadado, catódico y crítico hace que llenen los teatros. Desde su inicio en los escenarios se caracterizan por su endiablada rapidez a la hora de concatenar disparates bien divertidos. Con 'La familia tradicional' ofrecen al público una pieza teatral más al uso, un ‘continuum’ para brindarnos una historia.
Me reitero en lo de ‘vis catódica’. Desde siempre me hacían sentir que su puesta en escena era una prolongación de sus apariciones en YouTube. Hoy también. Reconozco que con un trabajo más afín a la escena, eso sí. Los recursos habituales que les han llevado a que el público les aplauda por esa impronta, no ayuda a romper con esa sensación. Siguen siendo demasiado reconocibles sus orígenes internautas y su modus operandi. Es el peligro de traspasar la frontera de la pantalla al teatro. Cada canal precisa de unas estrategias de comunicación algo distintas. Están en ello. Pero siguen incorporando pequeños dislates inconexos que rompen con la narrativa de manera tan abrupta que me provocan cierta incomodidad, como en el caso del solo musical, o el salto al vacío con el gag del ascensor. No puedo dejar de percibirlos más como Monty Python en sus películas, que como a Moliere en su teatro. No importa, el contenido supera al continente. Gran cosa esa.
El humor burdo en ocasiones, el recurso esperado, el dislate anticipado, el excelente aprovechamiento de la inmediatez social para sacarle punta a todo, el espíritu crítico… La exageración, la yuxtaposición de ideas que hacen brotar la chispa del ingenio… Todo eso es Abubukaka. Su mérito es que siguen sorprendiendo al público con sus juegos de palabras y sus planteamientos casi esperpénticos. Saben traer la calle y plantar la cruda realidad a la cara del público de un modo que, a pesar de la crueldad, provocan la risa. ¡Señoras, señores, les recuerdo que estamos ante una troupe de muy buenos payasos!
'La familia tradicional' desenmascara al votante cautivo del PP, de Ciudadanos, de Coalición Canaria, de Convergencia i Unió… De la derechona más rancia que, aunque se vista de seda, mona se queda. Nos arroja directo al rostro la causa última de ese voto tan lesivo para cualquier nación: la incultura. Sí, la ignorancia. Porque son todas esas siglas las que prefieren a un pueblo tonto e iletrado, alejado de todo sentido común y voluntad de progreso. Abubukaka se mofa de 'la marca España' con alegría e inteligencia. No son pretenciosos, pero tienen mensajes de gran calado (no es gratuito que el niño y la niña de 'La familia tradicional' lleven máscaras de perro, porque esas familias de votantes no tienen hijos, tienen animales de compañía). No es gratuita tampoco la aparición del clero en sus espectáculos, siempre asociado a lo más rancio y rastrero de la condición humana…
El teatro abarrotado de mi pueblo pudo degustar un muestrario de aberraciones del españolito y la españolita media. Abubukaka son así de sinceros, impertinentes y sencillos. Grandes payasos. Leo comentarios por ahí de eruditos personajes que claman al cielo por tanto humorista sobre los escenarios. No les hagan caso, es la envidia y la falta de valor. No me importan algunas incoherencias en su repertorio. Ni me importa que estén anclados a sus orígenes. Su sinceridad y humildad tiene más valor que todo eso. Abubukaka hace falta en Canarias y hasta en el infinito y más allá. Son capaces de hacer reír al propio españolito y españolita que van a ver sus montajes pensando que son un espectáculo de humor, simplemente… Enorme mérito. El mismo que el de los bufones que hacen reír al rey espetándole las verdades de su descerebrado absolutismo en sus mismísimas y reales narices. Desgraciadamente, esa parte de público se entera sólo a medias de que se ríen en su cara. Otrosí, el resto de público, la inmensa mayoría, aplaudimos vuestro atrevimiento. ¡Gracias bufones!