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Otro año más, el Festival Internacional de Títeres de Canarias volvió a concentrar en unos días lo más destacado del panorama titiritero nacional en varias localidades canarias. El valor del Festival, además, se incrementa, dada la coyuntura por la que pasan otros eventos similares (tan sólo recordar el caso del Mueca). Además, también es reseñabla la apuesta del festival por llegar a un abanico más amplio de público, con mayor número de actividades en la calle, incluyendo varios conciertos como fueron lo de Los Caracoles y Baifo Jazz

El títere y su público

Crónica de ‘El Titiritero de Banfield’, Festival Internacional de Títeres de Canarias, 23/04/10 Casa de la Cultura (Los Realejos), por Mercurio Cromito

El Titiritero de Banfield, como persona, responde al proyecto vital de Sergio Mercurio, qué apellido. En 1992, a Sergio, que era de Banfield (Argentina), le llegó por fin la alternativa en un café de Buenos Aires, y la cosa fue tan sencilla como preguntarse ¿soy de Banfield? ¿soy titiritero? Y así comenzó un periplo de 12 años de actuaciones que le llevaron a concluir en 2004 en México, tras haber visitado un buen número de países de América del Sur y Central.

El Titiritero de Banfield, la obra, una trilogía, surge de este viaje, y está compuesta por los espectáculos ‘El Titiritero de Banfield’, ‘En Camino’ y ‘De Banfield a México’. El segundo de éstos fue el que nos presentó Sergio Mercurio.

Los personajes, uno por número, eran entrañables: el macarra y la abuelita discutían ambos con su ventrílocuo y creador, mientras que el alcohólico ocupaba en solitario el escenario dejando la oscuridad a Sergio para que lo moviera a su antojo, y sin olvidar a un inquietante personaje mudo, un disfraz a tamaño real que tendía la mano al público a la espera de alguna misteriosa contraprestación. Como interludios, algunos monólogos, no al nivel artístico de los títeres (la técnica gestual era magnífica), y algunas animadas coreografías manuales.

En la parte emocional, este titiritero llega, por varios motivos. El más evidente, el que desde el primer instante suba y baje del escenario, paseando sus muñecos entre el público y dándole palique al mismo (con observaciones rayantes en la faltonería, aunque sin perder el humor, a este mismo le llamaron Jesucristo, por sus pelanas, varias veces). Pero detrás de su buen humor emergen otros atributos, como una penetrante intuición de la América que no es del norte, o una vocación teatral activista, en la que el teatro se acerque al público, ya sea al que ocupó las cómodas butacas de la Casa de la Cultura realejera, ya sea al que habita en las fabelas, en los ranchitos, o en las villas miseria.