Una investigación, apoyada por el Gobierno de Canarias, a través del Instituto Canario de Desarrollo Cultural, actual gestor de El Tanque, y desarrollada por la consultora Crowplan, ha analizado el proceso social por el que ha tenido que pasar el antiguo bidón de petróleo de la Refinería, para ser 'indultado' (con la amenaza de ser demolido desde 1998 hasta 2014 en que fue declarado BIC).
Los resultados del proyecto cultural de investigación 'Espacio Cultural El Tanque 25 años de batalla', se presentan este martes 28 de diciembre en streaming, y mostrarán un proceso inédito en la historia cultural de las islas y que cumple 25 años como espacio cultural en 2022. El estudio plantea por qué como sociedad, la ciudad de Santa Cruz de Tenerife ha tardado tanto tiempo en asumirlo como espacio dentro de su historia cultural.
Si el propio Espacio Cultural El Tanque es original e innovador, su historia también. El Tanque 69 es un enorme bidón que sirvió durante muchos años para el refinado de crudo, que forma parte de la iconografía de la ciudad, y que, ahora, una vez que la refinería Cepsa lo ha dejado en desuso, se ha convertido en un vestigio de la memoria industrial de la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife. Este Tanque, que sobrevivió a la última demolición para dejar paso al crecimiento de la ciudad hacia el sur, es hoy un marco insólito e irrepetible de cultura.
La investigación concluye, tras la la hipótesis de partida de la investigación realizada entre septiembre y diciembre de este año 2021, que durante el tiempo que lleva funcionando como Espacio Cultural ha sido considerado por los artistas que lo han usado como lo que es: un lugar inmenso, heterodoxo y sorprendente, que durante años había sido observado por la población como un elemento contaminante (junto a toda la Refinería) de la ciudad de Santa Cruz. A pesar de ello, se entendía necesario por la sociedad para el desarrollo industrial de esta isla, consideración que seguimos manteniendo, pues son muchas las familias tinerfeñas que han vivido y siguen viviendo de la refinería. De ahí que la investigación defienda su profundización en la conversión de este antiguo depósito de crudo en un elemento querido por la ciudad, como patrimonio industrial, recuperado para la Cultura y cuyo uso cultural lo ha consagrado (en 25 años de uso) como un depósito, también, de la memoria de un lugar (Cabo Llanos) y de un tiempo (su tiempo de utilización cultural).
Este tanque, rodeado de otras docenas de tanques similares, vio pasar tiempos de reivindicación, de hambre y de desarrollo, de dictadura y de libertad; cientos de hombres, dado que se implantó y afianzó en una época donde trabajar en la Refinería era considerado ocupación exclusiva de hombres, trabajaron en su entorno y si les hubieran dicho que estaban alrededor y a veces en el interior de un futuro Espacio de Arte, habrían soltado una carcajada. Todavía muchos trabajadores de Cepsa sonríen cuando les llega la noticia de que un sector cada día más amplio de la sociedad del siglo XXI sigue empeñado en mantener en pie y en uso ese tanque que instalado en 1951 tiene ya de vida más de 70 años.
Una de las conclusiones de esta investigación es que, a pesar del tiempo transcurrido, tal vez aún falte algún tiempo más, en el que crezcan los arboles de su entorno, en el que se consolide una programación, para que los ciudadanos y visitantes se acostumbren a contemplar, entre edificios de viviendas y oficinas, la silueta del este espacio redescubierto. Una de las medidas para conseguirlo apunta a una necesidad de mayores campañas para fomentar las visitas a su interior.
En estos momentos, las formas del tanque 69 viven, milagrosamente salvado, desguarnecido ahora de toda compañía (antes inmerso y pasando desapercibido en un conjunto de tanques), rodeado de la nueva arquitectura erigida en su entorno, y con la única visita de los que se acercan a disfrutar de él por fuera y en su interior.
El movimiento social que se creó para esta larga batalla también hace esta investigación original: un objeto de estudio que además de tener larga duración en el tiempo, va mutando de situación, de protagonistas, contenidos, mensajes y posiciones públicas y privadas, a medida que los acontecimientos culturales, económicos, políticos y sociales van sucediéndose durante los más de 60 años que abarca esta tesis; y, por otro lado, porque, en torno a este proyecto de arquitectura que convierte un Tanque de crudo en Espacio Cultural, surge el primer movimiento social visible en defensa del patrimonio industrial en las Islas Canarias.
Este movimiento social ha sido siempre liderado por mujeres, siendo las tres siguientes las que en momentos determinados de esta larga batalla han ocupado la presidencia de la Asociación de Amigos del Espacio Cultural El Tanque: Dodes Camalich, Pura Marquez y Dulce Xerach.
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