Movidos quizás por una falsa idea preconcebida (cuánto daño nos han hecho el audiovisual y la mitomanía), esperábamos encontrar en el espacio de trabajo de estos artistas el desorden típico de la vida bohemia o el resultado de un proceso de creación febril, de esos que dan a altas horas de la madrugada. Nada más alejado de la realidad. Esta ausencia de anarquía y olor a pintura –aunque no nos atrevemos a afirmarlo con rotundidad– tenía mucho que ver con el open studio del festival OCA, o LaboratoriOCA, un proyecto en el que Rafael Pinillos, Ro.Ro y Víctor Jaubert, una selección de creadores que idean y trabajan (en algún caso, también reside) en La Orotava, abrieron simultáneamente sus estudios al púbico a lo largo de la mañana del pasado sábado 18 de octubre, mostrando así parte de su intimidad, el entorno en el que desarrollan su obra.
Inaudito o no, tanto en el lugar de trabajo de Rafael Pinillos como el de Ro.Ro (los dos a los que pudimos tener acceso a lo largo de la mañana, ya que cuando acudimos al de Víctor Jaubert se había pasado la hora y, lógicamente, estaba cerrado; mil disculpas desde aquí) nos encontramos con espacios completamente impolutos, en los que los botes de pintura, pinceles, lienzos, etc., estaban clasificados casi tanto como libros en una biblioteca. Obras a medio acabar reposaban sobre mesas o en caballetes esperando un poco de atención, mientras que las últimas piezas terminadas colgaban en paredes junto a otras ya expuestas.
Esta impresión mata el mito pero no al artista. Esto es, el orden no resta profesionalidad. Este es el caso de Ro.Ro, quien se confiesa fan de la disciplina y la organización. En 13estudio, un coworking que comparte con la logopeda Manuela y el taller de costura Agujicas, se obliga a seguir una rutina diaria de trabajo frente al lienzo o la pared, en función del proyecto al que se enfrente con su pincel en cada momento. En este piso del centro orotavense el frikismo y el excesivo Kitsch conviven armónicamente y a veces se transforman en divos que cuestionan el valor de lo comercial y lo artístico.
Rafael Pinillos trabaja en una casa antigua con solera. Reconoce que el orden imperante es fruto del gran “curro” que Naira (Expósito, su compañera) y él se han “pegado” en los dos últimos meses tras la reforma que hizo al inmueble. Si bien le gusta el resultado (por algo lo muestra al público), dice que la anarquía se acopla a su personal práctica artística. Su estudio cuenta con varias habitaciones, la mayoría de almacenaje de obras acumuladas durante una amplia trayectoria dedicada al abstracto, donde reparte sus dos vertientes creativas: la plástica, con lienzos por doquier, dibujos, caballetes, pinceles y pinturas de todo tipo y tamaño; y las artes escénicas, cuyas propuestas se generan entre unas cuantas guitarras, cables, pedales... y un sinfín de aparatos con los que se ha convertido en uno de los principales cultivadores y representantes de la de experimentación electroacústica en Canarias.
Un garaje o salón, una casa, un piso, en suma, esa “habitación propia” de la que hablaba Virginia Wolf –en este caso en relación a la independencia de la mujer– para pensar, para plasmar buenas creaciones, incluso obsesiones. Las opciones son muchas en el caso de artistas plásticos, ya sean compartidas o en solitario, privadas o institucionales. En esta primera edición de LaboratoriOCA, la diversidad ha marcado la selección de estudios y ayudará no solo a una mayor difusión de su trabajo sino también, ¿por qué no?, a establecer redes de trabajo, comunicación y colaboración mutua.
Y en medio, por encima, por debajo de e inundando cada espacio (también en Sabor Canario, donde se celebró el almuerzo y la sobremesa, y Café Quilombo), el proyecto panfletario Ruindad, con frases como: “El arte por encima de todo (… mientras haya subvención)” o “Soy runner (… hasta hace poco me metía de todo)”.
Empeño por crear nuevas vías de conexión entre el gremio artístico contemporáneos y la ciudadanía hay detrás de esta iniciativa del Festival OCA, Orotava Contemporánea y Alternativa, heredada, por cierto, de grandes ciudades del mundo. Ahora solo queda que sea la sociedad la que haga el esfuerzo por interesarse en el trabajo de los creadores.
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