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El 'true crime', entre la investigación y el respeto a las víctimas

El relato de los crímenes reales ha evolucionado desde unos inicios dominados por un enfoque descriptivo, que a veces parecía regodearse en detalles escabrosos, centrados en las actuaciones de los criminales. En la actualidad, el género que da testimonio de sucesos que han conmovido a la sociedad se centra en la investigación de los casos, en conocer la psicología del asesino y sus motivaciones.

En una sociedad cada vez más compleja y más sensible, además, se suma a estos criterios el planteamiento del respeto debido a las víctimas, algo que no se sabe si habría contemplado, entre otros, el escritor y periodista Truman Capote cuando hizo de su 'A sangre fría' una obra híbrida entre la novela y el género periodístico del reportaje, con la que abrió la puerta a nuevos enfoques para la documentación y la narración testimonial.

Para tratar sobre esto que se ha dado en llamar true crime, el Festival Atlántico de Género Negro Tenerife Noir creó en su décima edición una sección que lleva el nombre genérico 'Tras la huella del crimen', en homenaje al mítico programa de TVE que dramatizó crímenes históricos a lo largo de tres temporadas. La primera edición de esta nueva sección del festival citó al público a asistir a la mesa redonda 'True crime: evolución de las series documentales', moderada por los periodistas Eduardo García Rojas y José Gregorio González para reflexionar sobre el estado de la cuestión con el director y el productor ejecutivo del programa 'Crimen en primera persona' (Mitele PlusMediaset, 2024), respectivamente, Juan Martínez y Emilio García; el presentador y guionista del programa 'A contraluz: Crónica negra' de Canarias de Televisión Canaria, David Perdomo, y la creadora de contenidos digitales y autora de 'Tres crímenes reales sin resolver' (Alfaguara, 2024), Martha Caballero.

Al calor del debate social surgido en torno a la publicación del libro 'El odio', firmado por Luisgé Martín, en el que, según se ha comentado, José Bretón reconoce públicamente ser el autor del asesinato de sus hijos, y coincidiendo con el anuncio de la suspensión sine die de la distribución de la obra por parte de la editorial Anagrama, Perdomo y Caballero aseguraron entender y aceptar esta decisión, así como la determinación de las librerías que se negaron a vender la obra ante la petición de la víctima que queda viva tras este crimen, la madre de los niños.

Yo soy súper radical con esto, la verdad. No le encuentro el sentido de dar voz a un asesino que hizo resonar el término de violencia vicaria; incluso, entonces, uno de los inspectores llegó a advertir de que, con el paso de los años, el padre volvería a tratar de hacer daño de nuevo mediante otra acción de violencia vicaria otra vez. Aparte de este caso, para mi gusto y moral, creo que, cuando se da la voz a un asesino, se pone el foco en la parte contraria. ¿Por qué se le da voz a una persona que ha destruido una vida?”, aseguró Martha Caballero, que analiza casos criminales en su canal de Youtube.

Sin embargo, ante el true crime podrían chocar dos derechos: el del honor de las víctimas y el de la libertad de expresión, que es fundamental en cualquier sociedad democrática. Así, los responsables del programa 'Crimen en primera persona' señalaron que es difícil posicionarse sin conocer el contenido del libro de Martínez retenido por Anagrama, un criterio compartido también por Perdomo. “Mi opinión moral me la reservo. Al final, se trata de alguien que ha llegado a un acuerdo con una fuente para que esta le cuente su visión; debe ser el lector quien decida si esa visión tiene alguna utilidad o no; siempre digo lo mismo: el que no quiera ver lo que hago, que no lo vea, pero que no me prohíban hacerlo”, apuntó Emilio García, mientras que Juan Martínez –que ha entrevistado a varios asesinos en el ejercicio de su profesión y que apostilló “mientras no se le pague…”– apuntó que “la libertad de expresión está por encima de todo” y, en esta situación, el que exista la posibilidad de limitarla sitúa a la sociedad ante “un duelo muy importante”.

Moda, mitificación y conspiraciones

No es probable que difundir crímenes reales de forma documentada provoque en el público un efecto de imitación para cometer nuevos crímenes. Al menos, eso descartaron los participantes. Al contrario, “si esos programas están bien hechos, pueden inducir a cierta parte del público a desear formar parte de las fuerzas y cuerpos de seguridad, para ser investigadores”, dijo Perdomo, o pueden llevar a los seguidores a desear hacerse criminólogos, añadió Caballero.

El relato de los crímenes auténticos tiene algo que atrae al público. Puede ser por el impacto que añade la confirmación de que se trata de hechos sucedidos a personas reales, o como una forma de sentir miedo o como una manera de indagar sobre los secretos más oscuros del alma humana. Lo cierto es que una cantidad creciente de personas se asoma a las televisiones o a las plataformas digitales para conocer los detalles de crímenes que han ocurrido, ya sea que estén resueltos o que continúen sin desvelarse sus misterios. El caso es que algunos criminales, reales o ficticios, acaban siendo mitificados por el público.

Yo no hablo de asesinos seriales porque me gusta poner el foco en la víctima. Siempre uso la misma forma de narrar y pongo en primer lugar a la víctima, porque así ves el hueco que deja, cómo afecta a la familia… Cuando se habla de asesinos seriales, te centras en el asesino y se mitifica y se lo ensalza”, explicó Martha Caballero. Por su parte, el programa 'Crimen en primera persona' se guía por varios principios clave: “Hay que comprometerse con la realidad. Nuestro compromiso con el género es estar siempre con la víctima. La ficción es otra cosa”, dijo el productor ejecutivo del programa. “La víctima es lo primero”, aunque es seguro que “siempre habrá locos que mitifiquen a los asesinos”, precisó el director del programa. En el caso del espacio creado por la Televisión Canaria, “no contamos los detalles de los crímenes; no enseñamos sangre, sino por qué ha ocurrido y sus consecuencias; además, en A Contraluz… solo hablamos de casos cerrados con sentencias y no abordamos situaciones que han afectado a menores”, explicó Perdomo.

Consultados sobre cada vez más extendida tendencia al cuestionamiento de las informaciones oficiales para encontrar tras los crímenes una trama conspirativa que sirva como explicación alternativa, el guionista y presentador del programa canario aseguró que “la desconfianza es natural; los periodistas cometen muchos errores en su investigación y la gente se queda con esas ideas iniciales”, dijo Perdomo. “Es interesante explicar bien los procesos de investigación y hay que ser responsable al hacerlo; pero, por otro lado, también es verdad que hay crímenes muy raros, como el de Alcasser”, indicó Caballero.

La moda del true crime es un hecho. Varios factores la explican. “Hay una especie de morbo. Cuando está bien hecho, te atrapa y quieres ver otro capítulo; son programas que juegan con las miserias humanas y el misterio y tocan la fibra más sensible”, explicó el periodista canario, mientras que el productor de Crimen en primera persona apuntó una visión esencial: “El true crime es una línea de producción clara y de contenido que se vende y que interesa. Es barato. Esto es muy importante”, además, “la calidad de las cosas depende de desde dónde se hagan y, lamentablemente, obedecen al dinero que hay para hacerlas, no al talento; es fácil hacerlo mal y difícil hacerlo bien”, destacó Emilio García.