Ricardo Lezón tiene nombre como de marinero antiguo, de conquistador de Las Indias. Y puede que algo de hombre de mar haya en este vizcaíno, poeta; cantante y compositor de McEnroe, miembro de Viento Smith, capitán de las tropas del Norte, heredero de Isildur… Bueno, quizás esto último sea solo una licencia, pero ustedes entenderán. Algo de marinero habrá, decía, en un hombre que le canta a las mareas que vienen y van y a las ballenas que esperan a las corrientes para llegar a aguas más templadas; con un disco que se llama Las orillas y otro Mundo marino. Al que, confesó en entrevista telefónica, le hacía ilusión el viaje en ferry desde Tenerife a Gran Canaria, aunque lo apretado de la agenda tal vez no se lo permita.

Se presenta Lezón en el archipiélago por primera vez en una doble cita: el jueves 16 en el Equipo Para y al día siguiente en el Paper Club de Gran Canaria y era inevitable preguntarle cuánto veremos de McEnroe y cuánto de Ricardo. “Siendo la primera vez que voy a las islas”, confiesa, "será inevitable llevar un poco de todo. Hasta con mi libro de poemas voy”. Además, parece que no es fácil definir dónde termina el grupo y dónde empieza el hombre: “Vengo de hacer la gira de La Distancia con McEnroe y Jaime Arteche (teclista de McEnroe) me acompaña ahora en mis conciertos, así que es un poco como seguir con ellos”. Lo cierto es que en los recitales en Canarias tendremos la oportunidad de disfrutar de sus temas al desnudo: “Solos yo y la guitarra. Bueno, en realidad ni guitarra llevo, me la prestarán Jair y Noé, mis amigos de Pumuki”

Quien esto escribe disfrutó de McEnroe por primera vez en directo en un BBK allá por el pleistoceno, así que la pregunta era inevitable: ¿Qué pasa con los festivales? Y el hombre se lo piensa unos segundos. “Hemos tocado en todos, pero creo que a los festivales no les gusta McEnroe, ni a nosotros nos gustan mucho los festivales, la verdad”. Aunque recoge velas para señalar con entusiasmo que el BBK sigue siendo una rara avis dentro de esas citas que se han convertido en un expositor de música a granel. “Es un festival exquisito: por el sitio, por el cartel, por la organización”.

Dando un rodeo porque sospechamos que debe estar hasta el mástil de la pregunta, llegamos al punto de la tristeza. Vaya por delante que aquí no pensamos nada de eso, pero debíamos indagar qué pensaba de llevar el sambenito de “hombre triste”, si quizás el título de su disco, “Esperanza”, era una manera de rebelarse contra eso. “¡Pero si mis canciones están llenas de luz!”, exclama – y no podemos estar más de acuerdo- “hablan de amor, de cosas bonitas… no sé, será por mi manera de cantar, por los tonos menores...”. “Y porque la gente es muy de proyectar”, se me escapó a mí. “Eso. Cuando me hacen la pregunta, a veces me dan ganas de contestar: oye, que a lo mejor el triste eres tú”. Y es lo que pasa cuando se confunde la sensibilidad con la tristeza. “Además”, añade, “leí una frase que me encantó, creo que era de algún escritor japonés, que decía: No hay música más triste que la que está hecha para divertir”. Ahí queda eso.

Ricardo Lezón resultó ser, además de un músico increíble y un poeta de lo más lúcido, un excelente conversador. La cosa nos llevó a hablar de lo difícil que resulta vivir de la música “todos trabajamos, a veces es difícil cuadrar las giras”, de las cosas de la edad, de la falta de un método para ponerse a componer: “Ahora me siento más, es verdad, pero nunca he sido de método. Ni quiero.”. Y para el final, la traca: fan confeso de José Luis Perales y Julio Iglesias, nos regaló un par de anécdotas que guardaremos como oro en paño para otra ocasión. Con eso terminó de conquistarnos.