Usted está aquí

La crónica personal de la espectadora sorprendida

Concierto de Ida Susal.

Teatro Príncipe Felipe de Tegueste. 26 de febrero de 2016.

Por Nira Llarena.

Fotografías: Yapci Gómez Lima.

Dijo ayer Julia Botanz, la lagunera que logra cosas enormes a base de cabezonería, sonrisas y cariño, que habían abierto un cachito de cielo sobre el escenario para que pudiéramos estar todos flotando entre las estrellas. Y vaya que lo consiguió; flotamos, como dice en una de sus canciones, en un pedazo de espacio/tiempo en el que cada una de las almas que se aposentó sobre cada una de las butacas del abarrotado Príncipe Felipe de Tegueste, se sintiera única y parte de la magia que Ida SuSal convocó en la noche de ayer. Todas las que estábamos allí, incluyendo al grupo de personas sordas, para las que la música debe ser el mayor de los misterios, todas, tuvimos el privilegio de ser parte de la asombrosa diversión y emoción que Julia, Sole, Jonay, Ione y Nadir crearon en el concierto de ayer. Y eso me parece lo más prodigioso, porque ¿para qué sirve la música sino para que el público la viva como suya? Hay artistas que lo logran más, artistas que lo logran menos porque lo suyo es el pedestal... pero Julia Botanz ayer consiguió que público y banda fueran lo mismo, un mismo “gracioso y lindo ser”, y eso es reflejo de una generosidad y talento fuera de lo común.

 Que eso ocurra no es casualidad, es fruto de un trabajo concienzudo hacia ese destino, hacia ese puerto que es el corazón del público. Hace falta una propuesta musical a la altura y una valentía escénica muy personal para que lo que puede ser solo un concierto se convierta en una experiencia viva. Más de dos horas de sonrisa dibujada en la cara es una digna conquista. Y esto a pesar de luchar contra una afonía invernal que no consiguió desbaratar ningún sueño. 

Nuevas canciones con nuevos sonidos, una banda delicada y potente a demanda de la respiración de cada canción, con una selección instrumental perfecta y unas letras tan poéticas como cañeras, hacen que el futuro inmediato de esta banda se abra como las flores en la primavera. Y es que con “Ida Susal” todo son flores y todos somos flores. Y sus canciones son mitad de sol mitad de lluvia para que nuestras hojitas se desperecen y nos arranquemos a brotar de colores y de olores. Esto ya no son promesas, este es el presente de una banda que merece alcanzar lo que se proponga.