César Martín ha sabido conjugar su amor por la música y la escena para tejer una carrera que trasciende fronteras. Desde las Islas Canarias, ha marcado un compás innovador que lo ha llevado a explorar desde las sonoridades más íntimas con Socos Dúo hasta la dirección de festivales de renombre como el Classical Laguna Experience (CLE). Su habilidad para fusionar disciplinas y su enfoque multidimensional lo han consolidado como un referente en la creación artística contemporánea. Cada proyecto bajo su dirección es una invitación a sumergirse en nuevas emociones, a descubrir nuevas maneras de contar historias.
Ahora, Martín asume un reto lleno de simbolismo y carga histórica: la dirección de escena de 'Luciérnaga', la ópera de Gabriela Ortíz que narra un episodio crucial del México de 1968, y que verá su estreno europeo el 6 de octubre en el Teatro Leal de La Laguna, dentro del marco del festival CLE. En esta entrevista, César nos revela las claves de su proceso creativo, los desafíos de unir música y memoria, y la pasión que lo impulsa a explorar los límites del arte.
Conocí a Gabriela Ortíz en 2022, durante su participación en el festival CLE, donde interpretamos y grabamos su música. Recuerdo que hicimos una excursión al Teide, y durante una comida en el parador, me contó la historia de Alcira Soust y aquellos doce días de encierro en la UNAM durante las manifestaciones estudiantiles de 1968 en México. La intensidad y el peso emocional de aquella lucha por los derechos me dejaron completamente fascinado. Lo que más me impactó fue cómo Gabriela, a través de su obra, conecta esa historia con su propia familia, que vivió de cerca aquellos hechos. Fue una historia que no solo marcó un antes y un después en la historia de México, sino también en la vida de quienes la vivieron.
Desde ese momento, supe que quería llevar esta historia a escena. Comencé a idear cómo podría enfocar la propuesta escénica, y a explorar la posibilidad de financiación, dado que somos una compañía privada y producir ópera en estas circunstancias es casi heroico. El proceso ha sido largo y complejo, pero siempre con el reto de hacer que la figura de Alcira no se limitara a un hecho aislado como su encierro, sino que trascendiera. Para mí, Alcira se ha convertido en un personaje universal, un símbolo que va más allá del contexto histórico y cultural de 1968, y esa ha sido la clave en la propuesta escénica: elevar su figura y dar voz a una lucha que resuena en cualquier tiempo y lugar.
Desde 2019 venimos representando 'La voz humana' de Poulenc, una obra más sencilla desde el punto de vista escenográfico, al tratarse de una versión para piano y cantante. Fue un reto distinto, enfocado en una historia de ficción, sin el peso de hechos históricos reales, aunque con una carga dramática enorme. En 'Luciérnaga', por el contrario, trabajamos con un acontecimiento cargado de significado y relevancia histórica con una dimensión enorme, que además, fue creciendo conforme ahondé en este mundo de Alcira, lo que transformó por completo mi manera de abordar la obra.
Nuestra versión quiere contar la historia pero no ser historicista. No buscamos quedarnos en la reconstrucción de los hechos, sino ir más allá, capturar algo que trascienda la época y el contexto específico de 1968. La historia de Alcira Soust, aunque está enraizada en el movimiento estudiantil mexicano, tiene resonancias universales. Hoy en día, se pueden ver ecos de su lucha en las protestas de estudiantes en universidades estadounidenses que se manifiestan contra la violencia, las injusticias raciales o los conflictos internacionales, como las recientes manifestaciones en apoyo a Palestina. Estos estudiantes enfrentan cargas policiales y represión por parte de las autoridades, del mismo modo que ocurrió en la UNAM en 1968.
'Luciérnaga' es un canto contra la opresión y, en este sentido, Alcira se convierte en un símbolo más allá de su tiempo, una figura que utiliza la poesía y la cultura como refugio y resistencia. Tanto la música de Gabriela Ortíz como el libreto de Silvia Peláez tienen esa capacidad de trascender lo histórico, y mi trabajo ha sido amplificar esa idea y llevarla a la escena, dando vida a una propuesta que es, ante todo, un mensaje de esperanza y resistencia.
A lo largo de mi vida he transitado por muchas experiencias artísticas, y creo que entender el arte como un compromiso con la vida me ha llevado a este punto de abordar la expresión desde diferentes ángulos. Haber trabajado en campos diversos hace que mi enfoque no se limite a un solo aspecto. En el caso de Luciérnaga, todos los elementos son importantes, pero la música de Gabriela es el eje emocional sobre el cual viajan las vivencias de Alcira. Conecto profundamente con su manera de tejer la música, su concepción del lirismo y la reflexión que hay detrás de cada nota. Además, tengo la suerte de tener una amistad cercana con Gabriela, lo que me ha permitido compartir reflexiones y enriquecer aún más mi visión de la obra.
Mi faceta como músico influye directamente en la manera en que dirijo la escena. Abordo la obra desde la música, utilizando el espacio sonoro como el centro desde donde construyo toda la puesta en escena. La música de Gabriela me ofrece una reflexión espacio-temporal que me permite darle vida a la historia sin traicionar ni su música ni el texto de Silvia Peláez. Mi misión es darle a ambas el espacio necesario para que brillen en todo su esplendor.
Además, tengo la fortuna de contar con un equipo de ensueño. Imagínese: Ludwig Carrasco como director de la CLEO, Carmen Acosta en el papel de Alcira, Javier Santos debutando como actor de ópera, Yaiza Pinillos diseñando el vestuario, Felipe González en la escenografía, Simone Marin con el mapping y Natalia Ramos en la iluminación. Y no puedo dejar de mencionar a Ciro Hernández y Nayra Izquierdo, quienes han encabezado la producción de manera impecable. Con un equipo así, mi trabajo es, en gran parte, armonizar, ensamblar los diferentes elementos como si de una obra musical se tratara, permitiendo que cada pieza encuentre su lugar dentro de este todo creativo.
Trabajar con Carmen Acosta es adentrarse en un espacio de entrega absoluta al arte y a la cultura. Carmen no tiene límites; vive su trabajo de una manera apasionada y profunda, como pocos artistas lo hacen. Volver a colaborar con ella ha sido tanto una suerte como un placer. Su talento vocal y su capacidad interpretativa la colocan entre las mejores sopranos del país. Y encontrar dos roles en los que encaja tan perfectamente, tanto en 'La voz humana' como en 'Luciérnaga', ha sido algo excepcional. Ambos personajes le sientan de maravilla, no solo por su voz extraordinaria, sino también por su entrega escénica. Enfrentarse a repertorios tan exigentes como los contemporáneos no es algo que muchos puedan hacer con la facilidad y maestría con la que ella lo hace.
Lo más enriquecedor de trabajar con Carmen es que el proceso va mucho más allá de lo puramente musical o escénico. Hemos dedicado horas a reflexionar sobre Alcira, su vida y todo lo que este gran personaje encarna. Carmen ha traído una sensibilidad única a la interpretación, y juntos hemos profundizado en la esencia del personaje, explorando sus emociones y su legado. En los ensayos hemos reído y llorado, ha sido un viaje vital, tanto para ella como para mí, que ha trascendido la obra misma y ha dejado una huella profunda en nuestra manera de entender la importancia de la cultura en nuestra sociedad.
Como le decía, cuando tienes un material de primera y encima cuentas con un dream team, pues imagínese. Y además, que me jacto de que sea un equipo 100% canario, demostrando que desde aquí, sin complejos y dejando atrás los paternalismos condescendientes y colonialistas, podemos hacer cosas de nivel mundial. Especialmente cuando miramos al otro lado del charco y nos fundimos con nuestros referentes culturales latinoamericanos, que tan intrínsecamente forman parte de nuestra cultura canaria.
Trabajar con Yaiza Pinillos ha sido, una vez más, una experiencia maravillosa. Ella no solo es una diseñadora brillante, sino que fue quien me animó a asumir el reto de dirigir 'Luciérnaga'. Ese impulso, esa confianza en mi capacidad, fue lo que me llevó a dar este paso. Yaiza es alguien que se sumerge en la historia, que investiga, que entiende los personajes en su profundidad, y traduce todo eso en telas, en movimiento, en colores. Trabajar con ella es siempre un aprendizaje, y en este proyecto, su vestuario ha sido clave para darle vida a Alcira y al resto de los personajes.
Con Felipe González Cabezas ha sido la primera vez que colaboramos, y ha sido un descubrimiento increíble. Tiene un proceso creativo muy natural, con un ritmo que aporta la calma necesaria para pensar y crear espacios escénicos que realmente hablan por sí mismos. Ha logrado dar a Luciérnaga un marco escénico espectacular que acompaña a la perfección la narrativa de la obra.
Y, por supuesto, Simone Marin y Natalia Ramos, con el mapping y la iluminación, han completado la atmósfera visual que necesitábamos. Han añadido ese toque de magia que termina de elevar todo a otro nivel. Así que, ¿qué quiere que le diga? Cuando tienes a gente tan increíble trabajando contigo, el resultado no puede ser más que pura felicidad.
Mi labor como gestor cultural y empresario es la base para poder afrontar producciones de este calibre. Sin esa estructura sólida detrás, es prácticamente imposible hacer arte. En proyectos como Luciérnaga, tienes que asegurarte de que todo, desde la búsqueda de ayudas hasta la planificación financiera, esté bien amarrado. Generar planes viables, buscar financiación bancaria, y lidiar con todos los aspectos ejecutivos de la producción es una parte clave del proceso. Y en Canarias, donde las dificultades son dobles, ya sea por la fragmentación territorial o la distancia con la España continental, o por la burocracia y la falta de apoyo institucional, la gestión es un esfuerzo constante, pero absolutamente necesario.
Desde Vector de Ideas hemos apostado por ser un motor de cambio social a través de la cultura. No solo generamos procesos artísticos, sino también economía, creando algo tangible que aporta a la sociedad. Es un orgullo ver cómo esa idea inicial de impulsar el arte desde aquí ha ido creciendo, pero, y esto también le digo, sin un equipo detrás no se consigue nada. Estar rodeado de gente que comparte esa misma visión y compromiso lo hace posible. Al final, como en todo, el trabajo en equipo es lo que realmente permite que estos proyectos vean la luz y marquen la diferencia.
- Usted ha estado al frente de proyectos innovadores que buscan conectar a las Islas Canarias con el panorama cultural internacional. ¿Qué significa para usted que una obra como 'Luciérnaga' se estrene en el marco del CLE y cómo ve la evolución de este festival en la promoción del repertorio latinoamericano y canario?
Siempre he tenido claro que Canarias tiene una voz potente, capaz de proyectarse al mundo. Participar en el extinto programa de internacionalización cultural del Gobierno de Canarias me permitió viajar a ferias y mercados de música y artes escénicas, y fue ahí donde reconecté con mi identidad como canario a través del encuentro con Latinoamérica. Me di cuenta de la profunda raíz que compartimos con todo el continente americano. Es una pena que ese programa ya no exista, porque era un esfuerzo colectivo mucho más poderoso que lo que una sola empresa puede lograr. Sin embargo, sigo haciendo el esfuerzo privado por asistir, convencido de que construir puentes es esencial.
De esa visión nace el CLE, un festival que busca huir del eurocentrismo predominante en los grandes auditorios. Quiero que desde Canarias miremos más hacia Latinoamérica, que reconectemos con creadores que comparten nuestra realidad. 'Luciérnaga' es el ejemplo perfecto de esa propuesta: aunque cuenta una historia profundamente mexicana, su mensaje es universal y resuena en cualquier lugar del mundo. Este festival es nuestra forma de reclamar un espacio propio, donde se proponga repertorio canario y latinoamericano, tanto histórico como contemporáneo. Creo firmemente que, en lugar de soñar con grabar en Viena, un músico canario debería estar mirando hacia México.
La curiosidad siempre ha sido una de mis principales virtudes, o quizás defectos [ríe], y eso me ha llevado a explorar mucho, a buscar diferentes formas de expresión, a descubrir sonoridades y sumergirme en otros mundos. A lo largo de este viaje, he conocido a personas increíbles que han moldeado lo que soy hoy. A mis 46 años, puedo decir que ha sido un camino hermoso, lleno de experiencias vitales que me han marcado profundamente. De todas esas vivencias he aprendido que el arte es un todo, donde a veces no hay fronteras entre disciplinas o estilos. Esa ausencia de límites me ha llevado a pensar de una manera más libre y expansiva, a ver el mundo desde otros ángulos.
Esta diversidad no solo enriquece mi trabajo creativo, sino también la parte organizativa y de gestión. Al abordar proyectos desde múltiples perspectivas, puedo encontrar soluciones más creativas y eficientes. Encajo las piezas de una manera que a veces sorprende, pero siempre con la intención de generar algo nuevo, de abrir puertas a formas y experiencias que no estaban contempladas inicialmente. La fusión de estilos, tanto musicales como conceptuales, enriquece todo lo que hago y mantiene viva la chispa de la creación, tanto en los proyectos que dirijo como en los festivales y producciones que llevo adelante. Me divierto.
Socos Dúo es el lugar al que siempre regreso, mi refugio creativo. El trabajo que he desarrollado con Ciro Hernández durante más de 15 años ha alcanzado una madurez hermosa que sigo disfrutando y explorando. La combinación de la marimba, el violonchelo y la electrónica nos ha permitido crear un universo sonoro propio, y la posibilidad de grabar nuestra música nos da una libertad artística que nos eleva. Como mencionaba antes, todo está interconectado, y los vasos comunicantes entre el César músico de Socos y el director de escena de Luciérnaga son evidentes. Ambos buscan lo mismo: autenticidad, sencillez, pero con una atención meticulosa a los detalles.
Al final, todo se trata de encontrar una forma de sublimar la existencia, de trascender a través del arte, ya sea en un escenario con Socos o dirigiendo una ópera como 'Luciérnaga'. Son simplemente diferentes maneras de aproximarse a la creación, diferentes lenguajes, pero con el mismo objetivo: expresar y conectar. Para mí, no hay barreras entre ser músico e intérprete o ser director de escena; todo es parte de un mismo proceso de búsqueda artística.
Acabo de finalizar la composición y grabación de la música original para una película mexicana, lo cual ha sido un desafío emocionante. Además, estamos inmersos en varias grabaciones para el sello musical de Vector de Ideas, lo que me tiene bastante entusiasmado. También estamos a punto de lanzar un nuevo disco con Socos Dúo, y ya tenemos una fecha importante: el 20 de octubre estaremos presentándonos en la Casa del Vino de Tenerife como parte del festival NOON. Esos son los proyectos más inmediatos.
A largo plazo, siempre hay ideas rondando, proyectos que van tomando forma de manera orgánica, como lo fue alguna vez 'Luciérnaga'. Quién sabe qué nuevas aventuras surgirán, pero lo cierto es que el proceso creativo nunca se detiene. También tengo en mente los festivales del próximo año, que ya están comenzando a tomar forma en mi cabeza. ¡Ojalá encontremos las ayudas necesarias para que todos esos proyectos se hagan realidad!
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