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andrés gonzález novoa

Un curso utiliza las artes escénicas para impulsar el diálogo intercultural reconociendo los propios prejuicios

La Universidad de Verano de Adeje de 2025 ha seleccionado la multiculturalidad y la diversidad, y uno de sus cursos aborda estos conceptos de manera práctica, utilizando las artes escénicas para que el alumnado reconozca sus propios prejuicios y, a partir de ahí,  pueda mejorar su capacidad de comunicación con otras culturas en su día a día. 'Artes escénicas para el desarrollo de las competencias comunicativas interculturales' está dirigido por el profesor del Departamento de Historia y Filosofía de la Ciencia, la Educación y el Lenguaje Andrés González Novoa, con el apoyo en la docencia de los expertos en narración oral Fabio Guillermo González Torres y Diego Alejandro González Reinfeld.

El curso parte de la premisa de que, a pesar de que en la actualidad las instituciones han invertido como nunca en interculturalidad y en diversidad, la sensación que percibe la ciudadanía es que ha crecido el tono del odio. "Algo está fallando", indica el director de curso. La elección del teatro para abordar esta problemática se sustenta en el hecho de que es un arte especializado en la comunicación y el diálogo, y con él se pueden deconstruir las estructuras básicas de los diálogos coloniales para generar conversaciones dialógicas. 

"Con diálogos coloquiales me refiero a que en lo cotidiano, uno está tan convencido de lo que sabe que nunca asume que el otro pueda entender otra cosa, o pueda no entenderte o, incluso, piense de forma diferente. Con esos presupuestos, es muy difícil entablar una comunicación entre diferentes, siempre va a ser un combate, nunca va a ser una relación", explica González Novoa.

El curso asume que la interculturalidad está presente en todas las personas porque, por ejemplo, se da entre padres e hijos aunque sean de una misma etnia y cultura. "La interculturalidad habla de diferentes realidades y por eso hay que desmontar esas narrativas para ver qué elementos nos permiten convivir y cuáles están generando racismo". Mediante juegos muy básicos, se pide al alumnado explorar sus propias biografías y experiencias en lo cotidiano, para descubrir algo tan provocado cómo cuándo aprendieron a ser racistas, con qué elementos visuales o culturales adquirieron sus prejuicios. Por ello, aunque el enunciado del curso hable de potenciar las habilidades comunicativas, posee un alto componente de autoconocimiento.

Tener esa capacidad de diálogo intercultural implica entrenar características como la empatía, el ponerse en el lugar del otro. Sobre todo si se tiene en cuenta que, según el director del curso, los propios estados son entidades políticas racistas que condicionan la interacción entre quienes viven en él: "No puedo establecer una conversación intercultural contigo si tú estás pendiente de una orden de expulsión. ¿Qué relación intercultural podemos tener cuando tú cobras un 30% menos que yo, si no hay un elemento de justicia social?. El racismo es una estructura de poder que hace que personas, por diferentes condiciones, tengan menos derecho a una vida digna".

Mejorar las capacidades comunicativas con una orientación positiva hacia la diversidad es imprescindible para combatir la emergencia de los populismos y su estructura gramatical incendiaria. "No se basa en razones, se basa en emociones para encenderte. Cuando discuto con alguien de extrema derecha, lo desmonto con datos. Y al quinto dato, ya lo que hace es gritar porque no tiene argumentos, solo tiene mentiras. Una mentira dicha muchas veces con mucha potencia tiene peso…pero no deja ser solo una mentira".

El curso ya se ha impartido en Adeje en otra ocasión , y también en otros programas de extensión universitaria de la Universidad de La Laguna, por lo que ya sus responsables poseen feedback sobre su aceptación e, incluso, hay alumnos que lo han repetido este año.  "Son ocho horas muy intensas pensadas para que el alumnado sea protagonista", explica. "No hay sobrecarga teórica porque es un curso de verano y hay que darle cierto toque fresco. Encima, el teatro es algo que nos gusta hacer a todas las personas, si es un ambiente de seguridad, y respeto. Lo hacen los niños y jugamos al teatro toda la vida. La gente tiene una necesidad brutal de romper los ritmos de la vida mecanizados y jugar"

Para apoyar las sesiones, se utilizan fragmentos de varias obras teatrales contemporáneas que abordan los conflictos convivenciales e identitarios, para generar espacios de conversación y de reflexión. Por ejemplo, 'Ruined' de Lynn Nottage, la historia de un prostíbulo en el Congo que acoge a niñas violadas en medio de la guerra . Una de las chicas plantea en un momento dado que quienes están ahí, por encima de pertenecer a una etnia u otra, son mujeres. Otra obra es 'Disgraced', de Ayad Akhtar, sobre un paquistaní que triunfa en Estados Unidos como abogado, a quien su éxito le ha costado perder el respeto de su padre por sus tradiciones. En una escena , reflexiona que en Estados Unidos da igual que él sea abogado o tenga un buen coche: si es musulmán y no tiene un apellido anglosajón, siempre va a ser tratado como un potencial terrorista

Estas obras permiten abordar fenómenos complejos, como el hecho de que exista "racismo dentro del racismo", porque además de las suspicacias hacia otras etnias y culturas, existe la aporofobia, el asco y el miedo a la pobreza, que es lo que está detrás del racismo actual: "Denzel Washinghton es un actor admirado y deseado, con él no hay problemas; pero sí lo hay con el náufrago negro que viene en la patera sucio, herido y posiblemente enfermo y que ‘nos viene a robar el dinero’, según los discursos que nos cuentan".