TEA Tenerife Espacio de las Artes presentó la exposición ‘Óscar Domínguez. La conquista del mundo por la imagen’, que descubre obras del artista tinerfeño, una de las figuras clave de la aventura surrealista y los movimientos de vanguardia del siglo XX. Una exposición que podrá visitarse de manera gratuita en Santa Cruz de Tenerife hasta el 29 de octubre, de martes a domingo, de 10:00 a 20:00
La muestra ofrece más de una docena de obras inéditas, y se incluyen piezas procedentes de colecciones particulares internacionales y préstamos de algunas instituciones españolas, así como obras propias de la Colección de TEA. En la propuesta se pueden ver algunas de las pinturas más emblemáticas de Domínguez como Cueva de Guanches o El Drago de Canarias.
En palabras del comisario de la exposición , Isidro Hernández, “no es una muestra antológica de su trayectoria, sino un conjunto de trabajos suficiente y cabal que da buena cuenta del alcance del legado creativo de Óscar Domínguez”. “En esta exposición se pretende redescubrir a Óscar Domínguez, quien abrió los horizontes de la imagen y que sorprendió con una descarga pictórica visionaria y onírica“. “Domínguez sigue deparando nuevos horizontes”, “un visionario que destaca por la calidad plástica de su pintura y su iconografía siempre nueva”.
La muestra reúne una serie de pinturas muy considerables junto a las de algunos de sus compañeros de viaje como Remedios Varo o Victor Brauner.
El comisario de la exposición apuntó que ‘Óscar Domínguez. La conquista del mundo por la imagen’ constituye la antesala de la celebración del centenario de la publicación del primer manifiesto surrealista en el París de 1924. “Es muy difícil conseguir los préstamos de obras que hemos logrado y solo teníamos esta ventana temporal para hacerlo posible y que los visitantes pudieran disfrutar de esta propuesta”.
Junto a las obras de Domínguez, el visitante a la exposición se encontrará con creaciones de Maruja Mallo, Leonora Carrington, Victor Brauner, Roberto Matta , Remedios Varo, André Masson, Dora Maar, Manolo Millares, María Belén Morales, René Magritte, Yves Tanguy, Maribel Nazco, André Breton, Jeannette Tanguy, Georges Hugnet, Germaine Hugnet, Maud Bonneaud, Jacques Hérold, Paul Éluard, Pedro de Guezala, Gordon Onslow-Ford, Wifredo Lam, Marcel Jean, Anton Prinner, Louise Janin, Peter Sachs, Roland d’Ursel, Ernesto Fernando Baena Jover, Hans Bellmer y Luis Ortiz Rosales. ‘Óscar Domínguez. La conquista del mundo por la imagen’ se estructura en varios ámbitos en los que se abordan temas cruciales en la obra del artista como son Cueva de Guanches, El Drago de Canarias, la pintura litocrónica, las creaciones cósmicas y se completa con una sección dedicada a la cronología de Domínguez.
Esta oferta artística se enriquecerá con la publicación de un catálogo y con un ciclo de conferencias que tendrá lugar durante los seis meses que permanezca abierta al público. Las ponencias contarán entre otros, con las intervenciones de Arnauld Pierre, Lucía García de Carpi, Juan Manuel Bonet, Jean Marie Trossard, Victoria Combalía, Isabel Castells, Eugenio Carmona, Pilar Soler, Fernando Castro y José Carlos Guerra, quienes abordarán distintos aspectos de la obra de Domínguez y de otros autores adscritos al movimiento surrealista.
Esta nueva muestra de TEA toma su título de la más célebre publicación colectiva del grupo surrealista que, durante la ocupación de París, tuvo que mantenerse en la clandestinidad. Por aquel entonces un colectivo de poetas y pintores, entre los que se encontraba el propio Domínguez, se ocupó de mantener viva la llama del Surrealismo a través de publicaciones colectivas en las ediciones de La main à plume. Fue precisamente en una entrega denominada ‘La conquista del mundo por la imagen (1942)’, en la que el artista tinerfeño desarrolló la teoría seudocientífica de las ‘superficies litocrónicas’ y la ‘petrificación del tiempo’, escrita de manera conjunta con el entonces joven físico Ernesto Sábato.
La exposición cuenta con la colaboración del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS), la Fundación Telefónica (Madrid), el Instituto Valenciano de Arte Moderno Centro Julio González (IVAM), ABANCA (A Coruña), Centro Atlántico de Arte Moderno de Gran Canaria (CAAM), Presidencia del Gobierno de Canarias, LM Colección (Tenerife), Gobierno de Canarias, Loro Parque (Tenerife), Fundación CajaCanarias; las galerías Guillermo de Osma (Madrid), Leandro Navarro (Madrid), Applicat-Prazan (París), Galerie Dil (París), Galerie 1900-2000 (París), Galerie Le Minotaure (París), Galerie Malingue (París) y de colecciones privadas de Madrid, Santander, París, Bruselas, Dijon, Basile, Zurich y Tenerife.
Tanto por la calidad subversiva de sus creaciones como por su participación de forma activa en el Surrealismo -episodio crucial en las artes de la Vanguardia del siglo XX-, Óscar Domínguez ha sido considerado, junto con Joan Miró y Salvador Dalí, “el tercer gran nombre” que España da a la pintura surrealista. Si bien la infancia de Domínguez transcurre entre los municipios tinerfeños de La Laguna y Tacoronte -donde su familia contaba con haciendas y plantaciones-, a partir de 1927 combina su residencia en París con varios viajes a su isla natal, hasta que, ya a partir de 1936, la capital francesa se convierte en su hogar definitivo hasta su muerte, el 31 de diciembre de 1957.
Desde sus composiciones de principios de los años treinta -La bola roja (1933) o Le dimanche (1935)-; pasando por la genialidad de sus pinturas cósmicas -Los platillos volantes (1939)- y superando el período metafísico y la asimilación del estilo picassiano, ya en la década de los cuarenta -Mujer sobre el diván (1942)-; hasta alcanzar su técnica del triple trazo y, posteriormente, la etapa informalista que caracteriza a sus últimas obras -Delphes (1957)-, la predisposición de Domínguez hacia una imaginación pictórica plena y su permanente experimentación lo convierten en una figura clave en el contexto del movimiento surrealista.
La contribución fundamental de Óscar Domínguez a las artes del siglo XX fue la invención de la decalcomanía, según explica el Dictionnaire Abrégé du Surréalisme firmado por André Breton y Paul Éluard en 1937. Esta técnica pictórica es uno de los procedimientos más emblemáticos del automatismo gestual. El artista tinerfeño se caracteriza por una práctica pictórica de una gran intuición onírica, presidida por un espíritu liberador en estado puro en perfecta consonancia con la maquinaria clandestina, vertiginosa e irracional que propone el Surrealismo.
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